Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

viernes, 24 de julio de 2009

Una infancia...

Una vez fui pequeña. En mi infancia hay mucha gente y poca soledad. Conocí lo que significaba la palabra intimidad de adolescente, cuando mi casa empezó a vaciarse por la celebración de algún matrimonio y el drama de algunas independizaciones en una época en que no tocaban. También pasaron otras cosas del tipo vergonzante para una familia tan conservadora, pero se disimularon con maestría.

Cuando fui pequeña envidié con algo de rabia a las amigas que venían de pasar largas temporadas en la playa. Ellas llegaban tostadas, renegridas, el pelo castigado y aclarado por el sol, fibradas por los deportes náuticos. Yo sabía que llevaban la vida desordenada de ponerse el bañador al despertar, cambiándolo por el pijama, sin pasar por la ducha porque se iban directamente a la piscina o a la playa.

Los deportes de agua, las charlas en la arena hasta la caida del sol, cada tarde, las comidas desordenadas y los baños repetidos, tardíos, cuando apetecían.

A mi el desorden siempre me ha gustado un poco. A veces, todavía ahora, duermo alguna vez en el sofá, tapada con alguna manta si hace frío. Eso constituye para mi el mayor síntoma de rebeldía. No deshacer la cama una noche es mi forma de protestar contra el cartesianismo imperante. Aunque no se entere nadie. Es algo entre yo y yo.

Lo de los veranos en la playa me perseguía porque los míos siempre han transcurrido en la montaña. Dos meses, pero siempre en Pirineo o pre Pirineo. Con sus lluvias cada tarde y su fresco al anochecer, su humedad. Vivía algún día de playa, incluso algún mes seguido en las Baleares, en el más puro estilo Estrella Damm en su anuncio Formentera [me temo que solo se ve en la comunidad autónoma de Catalunya, pero no lo sé seguro]. Pero eso no hacía más que incrementar mi frustración por no disponer de una casita a pie de calle y poder vivir a mi manera, tan desordenadamente, entrando y saliendo sin peligro porque mi playa estaría justo enfrente. El pueblo hubiera sido tranquilo y pequeño y en casa hubiera habido alguna motora para hacer esqui acuático y bonitas excursiones a las calas vecinas donde hacer inmersión o snorkel o perderse con algunos amigos.

Nunca se me ha ocurrido quejarme de la infancia que tuve. Pero esto refleja la que me hubiera gustado tener...

2 comentarios:

No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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