Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

miércoles, 27 de agosto de 2014

Y ahora llamadme cursi, si queréis. Ya no me importa nada...

Me dicen que no paro de encontrar paraísos. Y eso me ayuda a definir el mío, a escribir el guión de mi película, a proyectar una pequeña parte de mi futuro, incierto como el de todos.
Porque hay que vivir, amigas. Hay que vivir urgentemente. Sin prisas pero con toda la intensidad. Dejar de prepararse para cuando toque. Meditar en la justa medida y solo buscar el equilibrio por si no somos capaces de emprender un nuevo día o un proyecto nuevos. Hay que echar a andar, sin pensárselo demasiado, porque el tiempo se esfuma, la vida pasa y no deberíamos dejar grandes cosas para lo que ha de venir. Estrenar las cosas, vestir las joyas a diario, abrir el vino que envejece esperando la ocasión especial.
Cada día es una ocasión especial, con mil detalles que celebrar y hay que cazarlos al vuelo, porque pasan una vez. Hay que ser valientes, dejar atrás nuestra cobardía y nuestros miedos paralizantes e imposibilitadores, que limitan.
Mi paraíso... Es azul. Estoy con el amor de mi vida y siente que es una historia sin fin. Una villa pequeña con piscina. Pasarme horas limpiando las briznas y los insectos con la red, hasta que no quede ni uno. Frente al mar, de varios azules y muy transparente. Una cocina amplia y luminosa en la que desayunar con gafas de sol, tomar un vino blanco en el aperitivo y probar los tintos del lugar, que mariden con la comida local. Un jardín verde con tumbonas y una gran terraza. Mi paraíso es una moto en la puerta, sin candado, con las llaves puestas, que esté permitido conducirla sin casco, como antes y que el viento me enrede los cabellos, ya tan largos y casi rizados, por el salitre y la humedad del mar. Es una barca a motor y no muy grande para que pueda llevarla yo, amarrada en el embarcadero de enfrente de casa, para explorar las calas de la isla (ni muy grande ni demasiado pequeña) a las que se puede llegar por mar o bien después de caminar media hora por caminos incómodos. Y dos semanas por delante. Dormir a deshoras y hacer el amor. Vestir solo un pareo. Llevar el pelo siempre húmedo y haberme quitado el reloj, los anillos, los pendientes el primer día, al llegar y convertir el lugar en mi casa (es dónde tenemos el cepillo de dientes?). Leer en silencio y escuchar música. Besar, abrazar, acariciar como por descuido. Pero con toda la conciencia y la sensibilidad. Sentarme en la terraza, a tu lado, en atardeceres naranjas, a meditar. Lo justo. Y que la mente se me escape hacia los planes y los proyectos, las ideas y las teorías, algunas conclusiones, todo lo que todavía quiero hacer. Un paseo por el pueblo por la tarde, con un vestido fino a base de azules, una cesta de playa con una tela provenzal y cremallera y unas 'espadrilles' (esta palabra francesa me encanta porque es muy descriptiva y sobretodo porque la usaba mi madre cuando yo era pequeña y ella ya era bastante mayor), comprar algo para la comida y pan de maíz o de espelta para el desayuno del día siguiente. Nada de pasteles. Correr un poco cada día, nadar y recorrer la playa descalza, justo dónde rompen las olas diminutas de la bahía, sin hacer apenas ruido. Buscar caracolas o piedras en forma de corazón, sin prisa. Dejar la mente en blanco mirando el infinito, sin dudar, con la confianza de la seguridad, sin miedos. No perderme ni una puesta de sol. Regresar a casa cogiéndote la mano y volver a hacer el amor antes de preparar la cena. 

4 comentarios:

  1. Casi ná, y tan poco al mismo tiempo. Creo que hoy empiezo a abrir las botellas de vino que esperan a saber qué (no todas de golpe, no todas hoy o sí). Porque sí, hoy por el hecho de ser, de estar siendo, es un día especial y mañana a saber. Que nos quiten lo bailao (:
    Podría vivir una vida paralela en un paraiso paralelo al tuyo. Vamos, que si necesitaras sal....
    Un abrazo centrípeto, sparkling
    silbante

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    1. Me encantaría tenerte de vecina, silbante. Eres buena persona. Y entrañable...:)
      Te pasaré coordenadas de mi paraíso cuando lo tenga localizado. Seguro.
      Mientras, bebe con moderación. Pero bebe!
      Un abrazo de 20 minutos. Al menos...

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  2. Lo de cursi te lo decís vos, no le veo nada cursi, si es que algo lo tiene a estas alturas, a querer un paraíso.Soñar y más que nada anhelar un paraíso, lo va haciendo posible. Ahora, sin casco como que no, hay mucho bestia conduciendo. Un beso

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    1. Gracias, Fiorella.
      Juro que en esta isla de 300 habitantes es 'legal' ir sin casco... La felicidad más absoluta!
      Para vivir hay que mantener vivo un sueño y aqui está uno de los míos.
      Beso.

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