Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

viernes, 29 de septiembre de 2017

Vuelvo a las andadas, como una campeona...

Sentada en mi nueva silla, entre nuevas paredes, ventanas y suelos, rodeada de objetos, sonidos y aromas nuevos. Instalada en mi nueva vida. Todo nuevo, todo por estrenar. Todo.

Hoy recordé que alguien conocido (cuyo nombre no recuerdo ni pienso buscar) opina que "de las grandes crisis surgen personas muy interesantes". Y todas las personas interesantes que conozco y forman parte de mi vida de una u otra manera vivieron ese crack en algún momento de la suya. Un crack silencioso y letal, a veces. Necesario o imprescindible, casi siempre. De agradecer, para la correcta renovación. Una oportunidad, al fin.

Como en los viejos tiempos, las antiguas ganas de escribir aquí (y no allí ni allá ni ahí, no...), con las prisas de siempre y los dedos sobrevolando mi nuevo teclado blanco y plata, para vaciar la alegría de lo que hay dentro, las ganas de salir volando a encontrarte y gas, ras a cualquier lugar, nuevo o antiguo, porque sabemos que el sitio es, casi siempre, lo de menos, como una resta.

Me sonrío por dentro y por fuera sin miedo a nada ni nadie sabiendo que se me hace tarde, tengo que empaquetar, porque nuevas camas nos esperan, hoy que hemos decidido que mañana volverá a ser verano, seguiremos con flip flops aunque le pese a alguien, nos llenaremos de arena y quizá vivamos un último (¿quién sabe?) baño de sal después de una guerra de palas. Total, después llegarán los mimos. Y el invierno blanco y el frío. Y se cerrarán los mares y las islas, hasta nuevo aviso.

Compartir es una palabra bonita, pienso. En todos los ámbitos. Pero mucho más bonita cuando reviso el significado de compartir vida y casi todo, ahora que los compartimentos estanco van fundiéndose en negro y se diluyen y se licúan. Tampoco esto está siendo fácil y, sin embargo, sucede. Un poco por sorpresa, otro poco improvisando y el resto porque era de esperar.

Como casi siempre, como antes, vuelven los párrafos inconexos y bastante incomprensibles (excepto para algunas eruditas que podrían ser mis biógrafas oficiales, a estas alturas y después de haber interpretado muy correctamente cientos de mis posts) para explosionar de dentro afuera y ordenar significados, sentimientos y sensaciones nuevos. O no tan nuevos porque ya duran y vienen de atrás, contigo...

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Luciérnagas y llaves...

Vuelve la Spark disc jockey porque la canción revolotea como una luciérnaga entre mis cejas desde que vi la película. Totalmente recomendables, ambas. Intensas y profundas y reales y costumbristas. Como si pudieras acariciarlas, a ellas, a la cantante. Mágicas. Como el lugar, de sofá enorme y blanco lleno de pareos, piernas tumbadas, abrazo y cabeza recostada, corte de circulación en un brazo, cambio de posición, corte de respiración. El sol se puso, hay alguna nube negra, de contraluz y algodón, azul petróleo, sin lluvias. Sólo tú, y sólo yo. Y algunos jadeos entre respiraciones profundas y cortas, a nuestro lado. Se escapan caricias, sin ninguna prisa.

Te cambié unas llaves. Porque me diste las tuyas, hace tanto, ya. Que abren puertas y media vida. Con el tiempo y mucha ilusión te he dado otras, llenas de esfuerzos, recién hechas, recién recibidas. Porque si se dan se espera que se entre, se esté, se siga ahí. Porque es un placer extraño tenerte dentro del bolso, que puedas entrar sin hacer otra cosa que una breve llamada que nunca espera respuesta. Es un aviso, la advertencia, la sonrisa que es preludio de todo lo demás. Entra, pasa, quédate. Estás en casa. Y deja que te de algunos besos de esos de "estebesoesdeaquellosdetequieromucho, verdad?", mientras nos sonreímos tan cerca...

lunes, 25 de septiembre de 2017

Estoy porque quiero...

Nos empeñamos en aferrarnos a este verano largo, azul y verde, de impresiones. Con los pies dentro del agua, flip flops y playa. Porque no nos apetece mucho darle la bienvenida al otoño recién estrenado. Los días son largos, apetece Aperol y no hemos gusrdado los bañadores ni los shorts (los de ayer ya nadan en aguas limpias, gracias a Dios...). Las pieles vuelven a estar morenas después de estos tres días regalados a esta época pacífica, sin apenas estrés y compartidas, en tantos sentidos. Inmersa en tu tierra, tus lugares, tu gente, en ti. Nos empeñamos en buscar todos los momentos de intimidad y, si nos la rompen, lo acusamos. Nos aferramos a cualquier detalle, a todas las cosas que nos gusta valorar, y nos vamos viviendo con la naturalidad que da el compartirse. Con calma, alegría, ilusión y planes que se atropellan en busca de sus cosas nuevas. Infinidad de opciones cuando coexistes en el mismo lugar y siempre, porque todo se elonga, se desparrama y el tiempo también. Sobretodo cuando eres feliz. Sobretodo cuando puedes confiar. Sobretodo, sobretodo cuando no hace falta estar alerta porque, es muy simple, estás porque quieres estar. Y eso es lo más encantador de la vida, creedme...

martes, 19 de septiembre de 2017

En cambio yo...

Eres un espacio abierto, 
Un globo lleno de oxígeno,
Un paisaje.
La ilusión,
Las risas y la alegría.
La solidez de una presencia y
Las ganas de vivir.
Proyectos,
Futuro y la confianza ciega.
Alguien que improvisa
Con paso firme.
Y luz.
Toda la luz.
Un mar en calma y
Animales en libertad,
La experiencia y
Mil aprendizajes.
Eres carácter y fuerza
Y ganas de comprender
Lo incomprensible.
También eres paciencia
Y calma, nada de
Prisas que aconsejan mal.
Olvidaba que eres respeto
Y lealtad, compromiso
Y que apuestas al largo plazo
Porque el corto no va contigo.
Casi siempre eres la roca
En la costa enfurecida,
Resorte y asa.
Eres el lugar al que volver y
Donde sentirme en casa.

En cambio yo,
Sueno a la cursilería de cuando me dedico a imaginar que hago poesía. Sin saber ni como se hace una simple rima...
Y aquí sigo...

viernes, 8 de septiembre de 2017

Paraísos...

Se nos pegaba la posedonia en la piel de las piernas, en los pies. Y se secaba. Caminábamos descalzas sobre arena de playas blanquísimas que cantaban música que a su vez daba nombre al lugar. Sabíamos a salitre y nos escocía la piel al contacto con una fina tela pero encontrábamos agua dulce en lugares imposibles para quitarnos de encima la sal. Comíamos en cualquier rincón encantador, vivíamos sin horarios, improvisando, vistiendo sólo un pareo. Sólo. Y unas sandalias porque algo debe impedir las quemaduras de la arena caliente. Nos empapamos de verde cristal y azul esmeralda un poco turquesa. Literalmente. Flotamos durante días, sin prisa ni ganas por regresar a nuestra base y secarnos. Nos dejamos llevar en horizontal por las figuras geométricas variables e irregulares que el sol refleja sobre fondos cristalinos y limpios de oscuro y me cegué. Hexágonos, octógonos, algún rnorme trapecio, dándome la mano quitamiedos. Nos tumbamos al sol tantas horas, contándonos, cantando y escuchando silencios. Nos mirábamos, antes y después de la serie de disparos. Y buscamos caracolas blancas. Navegamos recuerdos imborrables y entradas a puerto irrepetibles, vientos, velas y enormes motores. Siempre el sol de cada día. Constante como un amor eterno. Invariable como todo lo que nunca cambia. Puestas de sol de las que pueden parecer mentira y noches negras de manga corta y copa de vino. Nos reimos a la cara, leyéndonos los ojos líquidos, llorando de risas imposibles, hipos y toses. Incluso a solas, con el recuerdo. Corrimos los rincones que necesitábamos vivir, dejando de lado lo que no servía y excusas para regresar alguna vez como quien vuelve al lugar del crimen, cabizbajo por la pena del tiempo pasado. Y, lo mejor, cada noche, una tras otra de entre tantas seguidas, nos devolvíamos a casa para seguir viviéndonos...

Aquí está todo...

Acerca de los datos personales

Mi foto
Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

Por si se pierde algo...

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