Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

miércoles, 30 de octubre de 2019

Portrait d'une jeune fille en feu...

Sin spoiler. Porque la última imagen me desgarra recuerdos, me recuerda lágrimas, revive esas veces y hace que sienta vacíos. 

Esas lágrimas en el teatro, la última escena magistral, la belleza de un larguísimo primer plano, remueven y hacen cómplice del significado del amor eterno, incluso en la distancia, del compromiso mudo, de la esperanza del reencuentro, de revivir, de la renuncia a regresar, a contactar, recomenzar.

Una película estética y plástica, bella, de la que me sobra todo lo que emborrona y distrae de las protagonistas. Quizá volver a verla completa, sin cabezadas involuntarias, ayudaría a recuperar detalles perdidos. 

domingo, 27 de octubre de 2019

Esa sensación extraña...

Como de vacío lleno, como de alegría triste. El orden no importa. Las sensaciones sí. Y son difíciles de explicar. Porque cada vez que entro en un avión me sigue faltando un poco el aire. Y cada cama enorme de hotel está fría. Ganas de volver antes de despegar. Haciendo planes para la vuelta y enfocándome en que nada malo pasará en mi ausencia, nada malo me sucederá a mi. Tampoco.

Hay un poco de susto mezclado con lo incierto de la novedad. Inconsistencia porque no cada día se añade un país a la lista de los conocidos. Emoción y temor, miedo y hasta grima, según se vea. Pero no será ni la primera ni la última ocasión en la que me enfrente a todos esos vocablos. De hecho, ya tengo nuevos billetes para la siguiente escapada a otro destino. Y esta vez no será con el hastag walkingaround...

martes, 15 de octubre de 2019

Tiquet de ida y vuelta...

He ido, negra noche boca de lobo, con el puño lleno de corazones, pequeños, como yo. Me inquietaban los olores, las señales de aviso, “auriculares?”, los movimientos hacia delante y a ambos lados, “prensa?”, los golpes en las caderas por los zarandeos bruscos. Todo tan familiar, tan lejano, tan indeseado y a la fuerza.

He estado unas horas, justas para sentir un frío gélido, por dentro y por fuera, yo que vengo del veroño y sin calcetines. Sin mirar a ninguna parte para no reconocer, cara fija en la pantalla, buscando una entrada, un taxi.

Me estoy yendo como si me marchara a unas largas vacaciones a un paraíso en la mejor de las compañías. Ha sido suficiente. Este lugar no me trae buenos recuerdos sino todo lo contrario: unas profundas ganas de huir antes de darme cuenta de que haber venido siempre es un error. Siempre...!

martes, 8 de octubre de 2019

Las mujeres territoriales...

He devorado kilómetros durante más de cinco horas, entre campos secos y viñas en plena vendimia, cielos azules, con luna y puestas de sol naranjas y rosas, debajo de pequeños grupos de cigüeñas en tránsito hacia uno de nuestros sures. Diría que no me va a quedar ni un punto y que ya me arreglaré porque lo que he disfrutado no me lo pueden quitar los de la DGT.

Y pensar... Porque las mujeres territoriales lo tenemos, eso. También somos pensadoras, planeadoras y nos ilusionamos. He recordado mi territorio, los olores, los verdes y el musgo perpétuo, el pequeño rio que cruza el valle y lo que siento solamente ahí, en los caminos de siempre; he decidido escapar hacia allí, ahora que parece que refresca y que quizá convenga encender la chimenea, dormir a destiempo, comer frugalmente y a deshoras, despeinada y a solas.

Mucho que pensar, decisiones que tomar, planes que trazar. Creo que encontré un territorio real al que huir, al otro lado del Atlántico, hemisferio sur, con excusa poderosa e indiscutible. Las mujeres territoriales que abrimos nuestras vidas, nuestras casas, nuestras familias, a veces también las cerramos y nos escondemos hacia dentro. Para siempre...

lunes, 7 de octubre de 2019

Otro sumatorio...

Debajo de sábanas y mantas suaves de entretiempo. Entre cuatro paredes y algún tabique para cocinar un poco. Detrás de los párpados mientras pensaba en cómo defenderme de todos los miedos. Dentro de la música inyectada en mis oídos sin ni siquiera escuchar la letra. Intentando formar parte de las historias de unas series que he ido dejando al empezar, sin piedad, sin segundas oportunidades. Ocupándome con tareas mecánicas a las que me he dedicado con el mejor de mis perfeccionismos, ahora de aficionada. Chequeando compulsivamente un teléfono en busca de trazos, indicios, datos, noticias, cualquier cosa, algo. Soñando recuerdos, valorando lo que ya no es. Me he escondido.

Todas mis hormonas en plena fiesta. Y yo alejándome. De mi misma, principalmente. Leyendo, entrando en silencio, desconectada y con un sueño que se corta y cuesta y es breve. Dopamina me ha llamado y la vida me ha costado disfrazarme para salir y volver a entrar y comenzar a correr sobre una cinta que cada día va un poco más deprisa durante un poquito más de tiempo. En éstas circunstancias hay que ponerse retos fáciles. Y yo me conformo con recuperar mis cuádriceps para el invierno y dejar por ahí algo de peso. No es mi dieta favorita pero sí la más efectiva: la del disgusto. Se te encierra el estómago, escondido, como yo. Y se te vacían los lagrimales, drenando. Es un volver a empezar y tomar decisiones, eligiendo qué actividad, en qué dedicar el tiempo, por dónde comenzar a rectificar la colección de errores.

Oxitocina, serotonina y endorfina se han pasado dos jornadas desgañitándose sin éxito. No han conseguido recuperarme, ni con una doble dosis de electroshock. Imposible. Me han perdido. Para siempre.

Sé que no recordaré con alegría este tiempo, éstos días. La suma de tantas cosas ahoga. De verdad...

domingo, 6 de octubre de 2019

De autonomías, compromisos y pena...

Autonomía. Una profesional me cuenta que es una de mis palabras clave. Por supuesto, no estamos hablando de política.

Me llama y me explica algo acerca de una prueba, sedación, (maravilloso) propofol y prohibición de conducir. Necesita ser acompañada. Por supuesto, no hablo de la profesional del párrafo anterior.

Con el teléfono en la mano y la voz por los aires, nuestro silencio, busco la fecha en mi agenda. Está libre el slot de media tarde. Elevo la mirada, sigo callada, valorando la importancia de las cosas, la de hacer que lo más importante sea lo primero. 

Recuerdo la consigna de la autonomía y me comprometo. Por supuesto, con el miedo a fallar que siempre me ha caracterizado.

Nunca pensó que podría contar conmigo. Qué pena. Sí. Pena verdadera y de lágrimas...

jueves, 3 de octubre de 2019

Juguetes e insomnios...

Este lugar hace mucho que dejó de ser mi juguete. Nada tiene que ver con las modas. Durante años fue refugio, instrumento, terapia y medio. Hoy a veces todavía.

Aqui he llorado y se me ha helado, literalmente, la sangre. Cosa que sucede cuando descubres que te mienten, omiten o no te cuentan. Te traicionan, de una manera evidente. Y devienes insomne unos días. Se te acorta el apetito y el semblante se agudiza de seriedad y facciones caidas. Porque esos episodios coinciden con el principio del fin. Irreversible, por desconfiado, por el dolor y el nunca más, por descreída. Pero sobretodo, sobretodo, por esa decepción negra que lo tiñe todo y que ya no te permite ni mirar ni ver de la misma forma a la contraparte.

Es duro, ese proceso. Es más fácil con las habilidades adquiridas a base de repeticiones (dolorosas, claro). Pero duele. De verdad duele.

Ha habido por aqui millones de momentos preciosos, compartidos, llenos y mágicos, testigos del crecimiento hacia la madurez, la serenidad y la satisfacción. Prueba demostrativa de que la vida me vivía con pasión, dejando rastro y huella. Eternos. Y yo no presentaba oposición alguna, generalmente despreocupada.

Pero eso es otra historia, quizá. Hoy el mensaje es que estoy insomne. Y que el insomnio me atacó por la espalda, por sorpresa, con nocturnidad y especialmente desprevenida. Con la guardia baja. Parezco nueva...!

Aquí está todo...

Acerca de los datos personales

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

Por si se pierde algo...

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