miércoles, 7 de febrero de 2018

Shen o un relato erótico... Capítulo IX.

Me desnuda como si fuera a darme otro masaje, deprisa, con precisión. Deja mi ropa sobre la única silla que queda libre y se dirige a la puerta. Para cerrarla con llave, por dentro. 

Intento comprender uno sólo de sus movimientos, qué planes tiene para nosotras, pero confieso que es imposible. Su frase: "Voy a hacerte la mujer más feliz del mundo" no me aclara nada...

Se frota las manos para quitarse el frío y me acaricia el cuello y los hombros, las dos de pie, de frente, intentando mirarnos a los ojos. Yo, tratando de disimular mis nervios. Ella, divertida. Me besa un poco en los labios, muy por encima, y sigue sonriendo, consciente de que estoy abandonada y ni siquiera voy a tratar de oponer resistencia.

Me toma de la mano y me arrastra suavemente hacia una de las paredes de la habitación, llena de puertas de armario, marrones. Me acerca y me instala frente a esa pared, me da la vuelta mientras ella se pone detrás de mi. Sin decir nada, coloca mis brazos hacia arriba y deposita las palmas de mis manos abiertas sobre mi cabeza. Repite la operación con mis piernas y las separa. 

Estoy completamente desnuda ante ella, que me observa sonriendo. Se acerca a mi oído derecho para dejar un susurro:

- No tengas miedo. Sólo siente. Siente bien lo que vas a sentir porque nunca antes lo has vivido. Estoy segura.

- (...) Enmudezco. Estoy nerviosa. No tengo ningún miedo.

De pronto, siento sus manos subiendo por mis pies, entreteniéndose durante el camino, cambiando la dirección de la caricia, con movimientos suaves. Se distraen lo que a mi me parece una eternidad hasta alcanzar la parte alta de mis muslos y, mientras una se entretiene paseando mi vientre, la otra mano comienza su camino hasta el centro de mis piernas.

Me penetra tímidamente, para prepararme, mientras su mejilla me acaricia la espalda y su otra mano sigue descubriendo mis pechos y mi barriga y me abraza por completo mientras imprime ritmo y velocidad  a sus caricias.

Aparta sus manos de mi por sorpresa, me retira los besos y retoma las caricias con la boca y la piel de su cara y sus pestañas y el dorso de las manos. Y consigue que no cese el movimiento ni la sorpresa porque cada una de esas partes de ella se funde conmigo a la vez, me llena, me acaricia.

Comienzo a gemir porque su dominación me deja sin defensas, porque necesito besarla, porque quiero sentirla más y más adentro. Porque una siempre sueña con sentirse así alguna vez.

Nos visualizo desde fuera, desde arriba y me veo de pie con los brazos y las piernas abiertos, las manos contra la pared, desnuda, en forma de equis, Shen explorándome por detrás, a voluntad, ilimitadamente, toda a la vez. 

De nuevo, la siento besarme, con sus besos húmedos y cálidos, por la espalda. Si se detuvo antes no lo recuerdo. No deja ni un centímetro de piel sin visitar y noto cómo se genuflexiona entre mis piernas abiertas, se da la vuelta y se coloca cómoda en una posición perfecta para las dos.

Nunca había estado tan expuesta, ni tan excitada y decido hacerle caso. Voy a sentir lo que me está haciendo sentir. Y cierro los ojos. Como si potenciar mis otros sentidos fuera realmente necesario. Iba a estallar muy pronto.

Un segundo después su lengua y su boca comenzaban a explorarme, abierta, abandonada. Completamente suya...

sábado, 3 de febrero de 2018

La mujer de los coros de Leonard Cohen v.2.

Interrumpo por un post la que será mi ópera prima porque este blog tiene un fenómeno que me resulta sorprendente y llama poderosamente mi atención.

No lo he estudiado a fondo y no tengo datos pero estoy segura de que mi intuición no falla si digo que sé cuál es el post más leído y por el cual más visitas llegan a este lugar.

Tiene que ver con Leonard Cohen y desconozco la razón de que interese tanto. Sólo veo que van pasando los años desde que lo escribí y las visitas siguen llegando e incluso dejan algún comentario, de tanto en tanto, deshilvanados, sinsentido, sin razón aparente.