Todo parece más distinto que otras veces y esta luz no puede ser la misma. Me empeño en observar cuán largas son las jornadas, lo que tarda el sol en ponerse [sobretodo ahora, entre los edificios de la ciudad, escondiéndose para seguir luciendo, como jugando] quizá porque sé que voy a echarlo de menos otra vez cuando nos muevan los relojes tras el nuevo solsticio. Seguro. Son gestos inevitables contra los que me rebelo, indefectiblemente, año tras año e intensamente. Sin desfallecer, porque a mi también me mueven iras determinadas y un poco irrrelevantes. Pero, ¿qué quieres?, me ponen en movimiento. Y a mi eso de sentirme viva me genera adicción, como tantas otras cosas que he debido ir venciendo con el tiempo. Qué recurrente me parezco hablando por segunda vez en este mismo párrafo del tiempo... Pido disculpas, humildes y silenciosas, cabizbajas y ruborizadas, porque en realidad no es tan relevante ni tan presente en mi día a día.
Es cierto que a veces me pregunto, sola en el coche, cómo debe enfrentarse a su jornada laboral un conductor de ambulancia. Por ejemplo. El pánico escénico que yo siento ante un nuevo reto, con el planteamiento de una nueva consulta, ¿en su caso, es vencible? Me imagino imaginándome ante escenas violentas, sangrientas, mortales, un suponer. Y con el miedo que siento me cuesta creer que yo fuera capaz de reaccionar. Es cuestión de entrenamiento, seguramente. También valoro lo que puede pensar alguien que no cesa de pasar códigos de barras ante un lector óptico de cualquiera de los supermercados que pueblan nuestras vidas. Durante jornadas de ocho horas, seis días a la semana. O un odontólogo. O la aparejadora recién licenciada que teme olvidar fórmulas y que las paredes del nuevo proyecto no resistan lo suficiente. La soledad del director general y el privado de libertad con años de condena por delante. El miedo del estudiante llamado al aula para el examen final.
No sé la razón por la cual me gusta imaginar otras vidas. Deduzco, pensando que soy otra, que es una cuestión de evasión de mi realidad a un mundo distinto, incluso mucho peor, también. No me aporta gran cosa, porque todo se basa en suposiciones e imaginación, subordinadas. Pero es como lo de contar cosas cuando estoy en el exterior [árboles, farolas, bombillas, motivos ornamentales]. Solo sucede...
Sempre he pensat.
ResponderEliminarQue quan em sorprenc.
Pensant o imaginant o ......
Sense intenció.
Es la manera que te el meu cervell.
De desconectar.
De evadir-se.
Io.
Pensar, imaginar... són una bona manera d'evadir-se... si... :)
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