lunes, 17 de mayo de 2010

Un miedo...

Iba a entrar un nuevo post improvisado, antes de que las llamadas se me coman el tiempo. Cuando me ponga con la nueva documentación que estoy pendiente de recibir, va a ser complicado mover la cara de delante de este teclado. Lo sé.
Acababa de entregar un sobre en portería para que se trasladara a otro centro puntualmente, así que me tomé las escaleras como el ejercicio que hoy no pude hacer por estar en una reunión hasta demasiado tarde.
Así que el sonido característico en mi teléfono de un nuevo comment pasó totalmente desapercibido.
El comentario apareció por sorpresa y de manera inesperada en mi pantalla al visitar una de las últimas páginas navegadas esta mañana, antes de marcharme de aqui. Enarqué las cejas, las dos que tengo perfectamente simétricas respecto a un eje vertical.
Luego lo contesté.
Después de hacerlo visité [tengo esa mala costumbre] la página que contabiliza visitas y hace estadísticas completamente inútiles acerca de éstas en un idioma que no es ninguno de los dos maternos, pero no importa porque solo suelo mirar de entrada el lugar desde el cual entran, el geográfico quiero decir [ya sé, ya sé: eso depende de donde esté el servidor alojado... pero si sale Illinois o México D.C. pues una ya sabe cuán cerca o no está esa visita y se puede empezar a inventar la composición de lugar y de vida del o la visitante; entretiene...].
En este caso último al que me estoy refiriendo desde el principio del post la coincidencia de ciudad de residencia y ciudad del o la visitante me ha hecho empezar a pensar en algo que no me ha hecho ninguna gracia:
...¿y si la entrada se hubiera producido desde mi casa, desde mi propio ordenador?...

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