Me detengo. Siento las pulsaciones en ambas sienes. Inspiro hondo, para oxigenar los pulmones, Cruzo las manos por los extremos de los dedos frente a la cara, a ambos lados de la nariz, de forma paralela; las yemas de los dedos frente a los ojos y los pulgares justo debajo de la barbilla. Y cierro los ojos. Es un gesto mío, que suelo repetir, sobretodo cuando esta jaqueca extraña me atrapa por ambos lados la cabeza. Voy a necesitar una sobredosis de descanso a la vista de lo que se me echa encima. Veré lo que puedo hacer. El reto me pilla de bajón...
Conozco ese gesto.
ResponderEliminarUn beso para lo que veas que puedes hacer.
Venga.
No fue un golpe fuerte, e incluso lo estaba esperando, tal vez fuera seco y preciso.
ResponderEliminarPrecisamente me dio con la guardia baja, me había distraído entre los verdes recuerdos llenos de flores de invierno.
Tenía que reponerme y mis rodillas astilladas de polvo amarillo de parque municipal seguían besando el suelo. Mis manos habían patinado sobre piedras y guijarros y ahora se negaban a darme apoyo.
Agache la cabeza un poco, me sentía como un perro intentando lamer mi panza y mis heridas. Pero sabía que aquel golpe no era el último, ni tampoco había sido el primero. Tenía que reponerme, levantarme, olvidar dolores y sueños, ignorar el viento de otoño, centrarme... simplemente centrarme...
¡Otro golpe! lo evité a tiempo cayendo de costado
¡maldito dolor de codo!
¡maldita vida de golpes escondidos!
Victoria: son gestos mecánicos y comunes que a veces finalizan con sorpresa, al apartar las manos...
ResponderEliminarTLS: busquemos las sonrisas. Seguro que entre los golpes también encontramos algunas. Como las moras. :)