Perfectamente consciente de que iban a ser los últimos, he estado atrapando rayos de sol, con los ojos cerrados, meditando y tratando de abstraerme tanto de mi realidad que logré ausentarme, dar un paseo como si fuera otra, como si jamás debiera incorporarme. Lo conseguí durante el paréntesis, escuchando olas de mar y viendo sorprendentes mareas que tenía, lo sé, olvidadas. Y dunas móviles de arena rubia entre las cuales algún pino testigo; en una de ellas, en la zona sin sol, con sombra, humedad, escribí a escondidas [lo confieso, lo reconozco, lo sé...] con un junco fino, corto y seco dos consonantes y una vocal, en mayúsculas de palo seco y en relieve, inequívoca señal de invocación. Fallida. Han bastando dos puestas de sol naranjas primero y violáceas después para devolverlo [devolverme, quiero decir] todo a su lugar, al correspondiente, con independencia de si es el deseado, el conveniente, el necesario, el único. Aquí estoy, de nuevo, tecleando a pulsaciones, deteniéndome solo un poco en mesurar palabras y valorar oraciones [sé que debería detenerme más para que el resultado mejorara sustancialemente y me disculpo por las prisas], tratando de olvidar, como en una canción de jazz en la que todo el mundo improvisa como de forma natural, que hoy estuve en tu ciudad y que han existido algunas posibilidades de que se generara una sorpresa que resultó no ser. Pero a mi los nervios, el cosquilleo y la mirada nerviosa no vino nadie a quitármelos. He hablado de tus besos porque, con franqueza, me he entretenido en recordarlos. Qué quieres, no sé hacer otra cosa con lo sublime...
y bien... te gustó?
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Besos
Mizar
Mízar: Unas zonas más y otras no tanto. Pero sabes que estoy atrapada allí... :) Gracias por recordar lo de la memoria. ;)
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