Esta vez la clara minoría ha alcanzado a treinta de cien y, por decir, un par de tres hemos tenido la voz cantando, orquestando y gobernando el largo momento decorado de azules y grises y corbatas de colores con originales gemelos y camisas blancas o celestes, de impolutos cuellos rígidos de impecable plancha. La vida es corta y el mundo pequeño. Todo da vueltas y confluye. Somos poc#s. No es bueno dejar cadáveres tirados por ahi, que todo regresa y, bondades o no, acaban por repercutir en uno de los centros neurálgicos como, por ejemplo, el corazón [ese órgano tan frágil tan difícil de suplantar]. Una nunca sabe por dónde arribará la sorpresa última, el cambio reciente, el movimiento final hasta que suceda otro. Viajo deprisa y me apuro el tiempo, sorbiendo bocanadas cortas y rápidas, aún a riesgo de hiperventilaciones pequeñas y risas entreabiertas y mal disimuladas, que la alegría y la actitud son tan buenas como tú...
Los pares de tres son como los tréboles de cuatro hojas: difíciles de encontrar. Nunca imposible. Y es que el corazón es ese músculo capaz de multiplicar los deseos por tres.
ResponderEliminarUn beso para Sparkling.