De hecho, te llamé un par de veces al regresar a casa, con la intención de no ser detectada y bajo número oculto, completamente consciente del acto en sí, tan poco habitual. Y no respondiste en ninguna de las dos ocasiones. Lo que me hace pensar que el teléfono te interesa poco si no te llama alguien que tiene en vigilia tu propio interés. Y eso, el contestador, ha podido cambiar el devenir de un par de vidas, cosa que -nunca sabremos con certezas- me recuerda la canción de la desaparecida Soraya y su planteamiento de "¿cómo sería?... ¿qué hubiera sido de ella si ese día no l# hubiera dejado partir...?". Pero no sucedió, no escuché tu voz, no me contaste avances y nada fue posible. La incomunicación en el mundo de l#s hiper conectado#s... Quizá hubiera bastado con una anodina y simple explicación de una jornada de idénticas características. Y el cosmos, a menudo, no es generoso. Así que colgué, consciente de que jamás ibas a adivinar que esa llamada ignorada era la mía, lo cual iba a cambiarlo todo. O a dejarlo igual que antes de tu llegada, que una nunca sabe... Como tampoco tú nunca sabrás...
Incertidumbres, incertidumbres...qué calienta cabezas.
ResponderEliminarTodo lo que callan los contestadores, todo lo que podría ser o no si hablaran por otra voz.
Un beso sparkling.
Pero mira que nos gustan las incógnitas!!!
ResponderEliminarcaray, qué desasosiego me has provocado!
ResponderEliminarsilbante: ...y cuánta cobardía a veces, mal disfrazada de timidez, supongo... Petons.
ResponderEliminarMada: ¿siempre? ¡noooooo!
Jei: caray, qué sorpresa me has provocado con tu