jueves, 26 de enero de 2012

Esbozos de cosas pequeñas...

Reconozco que se me pasan las quincenas sin sentir. Que he dejado de recordar que alguna vez me hice una suerte de promesa según la cual pasaría por aqui como un ejercicio de sintetismo que me forzaba a revisar acontecimientos, a recensionarlos y transmitirlos, aunque el volumen de público sea modesto [aunque de calidad].

Así que hoy me doy un fugaz paseo y reflexiono para darme cuenta que, tras nueve años, mi entorno ha cambiado y tengo espacio propio en la casa central [lo cual no deja de ser un logro que no me detengo a saborear]. No es un cambio de laburo, como dedujera Nieves. Sino una prolongación de lo mismo y más de lo parecido. Es decir, al final es un incremento de la carga de trabajo pero con la sonrisa puesta. Catarsis familiar desde antes de las navidades y el temor a lo que ha de llegar instalado en los rincones de la piel. No nos gustan los cambios de vida, que la gente salga, los sufrimientos y, sin embargo, aqui estamos.

El orden de la normalidad está integrado en una pluralidad de vidas que conforman la mia y que muy a menudo me entretengo en valorar. Eso sí. Para no dejar de ser alguien...

lunes, 16 de enero de 2012

Todos pendientes y tan a medias...

Mandamos señales y a veces estamos cieg#s y sord#s. De pronto un lunes horrible y la lista de atenciones se alarga, se ensancha y se hace profunda. Todo se convierte en un intento infructuoso que me deja exhausta y con la boca con sabor a fracaso. A estas alturas siento que no he estado ni un nanosegundo en los lugares en los que me esperaban o, a lo sumo, he llegado tarde, cuando todo estaba hecho y ya nada servía, ni siquiera las excusas.

Abro la boca y escucho que alguien me habla de cosas tan ridículas como la vida y, sobretodo, la muerte de ascendientes y colaterales. No puedo devolverle las palabras porque su par de manos con sus guantes y una aguja grande [entre otros instrumentos] intentan anestesiarme [de ahí también lo del sabor a fracaso], así que me dedico a mis razonamientos con ensañamiento mientras el tiempo me convierte en Mari Trini, en paz descanse.

A mi la muerte me afecta. Y hacer el ejercicio para el que era requerida [imaginarme la vida sin mi ascendiente femenina] me convulsiona dulcemente, sobretodo ahora, supongo. Y lo hago [el ejercicio]. Y creo que, en efecto, me afecta, así que asumo humildemente que esta noche voy a tener sueños creativos. Y eso es mucho, en un día como el de hoy, que -como dije en la primera línea- ha sido horrible y en el que al final he tenido que oirme un par o tres de veces que "seguro que la jornada ha sido dura, hoy; no tienes buena cara..." con expresión circunspecta y también un poco de lástima mal disimulada. La confianza debe ser eso...

sábado, 14 de enero de 2012

Cuando escribes certezas como si dudaras...

Me preguntaron alguna vez si sabía sumar llevando y de pronto te eché de menos con el dolor del tiempo que pasa porque una va sumando años y parece que ya lleves media vida fuera de la mia. Pienso en ti repetidamente y sin grandes razones. Te recuerdo en los detalles más pequeños a veces y, sin embargo, nunca sucede nada. Ni siquiera un intento de contacto y es que supongo que ya no te mueve solo el orgullo sino algo mucho peor como es la indiferencia, la que se clava en silencio y por la espalda, como los crímenes con agravante y las traiciones a la luz del día. Me pregunto con voz grave y circunspecta si alguna vez vas a volver...

viernes, 13 de enero de 2012

Deslices y transcursos...

Los shocks es lo que tienen: te enmudecen, te recrudecen y te secan un poco más que el mero paso del tiempo. Pero, como dijera aquél, lo que no nos destruye nos refuerza. Y aqui estoy, a pesar de haberme mantenido intacta en la esencia, aunque el mundo ebullicione y mi entorno se transforme para ir puliendo detalles y redondeando aristas que nunca fueron romas.


Es cierto que los posts se han ido sucediendo, imparables, aunque sin tiempo de pasar por el teclado y ahora me enfrento a dificultades para recuperar, aunque solamente sea el tema...


Las navidades un poco apagadas, atemorizadas y sin embargo nada silentes. Blancas, intensamente blancas. Íntimas y de retiro con paisajes de postal e idiomas distintos, donde nadie está tan convulso como aqui. A día de hoy he bromeado por si alguien recordaba que habían sido quince [nada menos] los días de parón festivo y también lo habían olvidado. Seguimos esperando resultados de lugares con gente que viste bata blanca [o verde, depende] y la semana que viene ocuparé un espacio nuevo en el que espero pasar una larga vida profesional, cerca de los centros neurálgicos de decisión, que también espero no vayas a deglutirme, a este ritmo, al final...


Y así voy transcurriendo y me deslizo entre los días, los insomnios y otros detalles que generalmente me hacen sonreir. Y llorar...