De pronto todo se ha transformado y mi panorama diario es completamente nuevo. Estoy reinventada y dejándome llevar, en cambios que se producen a la velocidad de la luz por lo menos, pasando de un tema al siguiente sin solución de continuidad, mediando una bocanada de respiración inconsciente. Siempre he sentido pánico ante los nuevos retos, a la pantalla en blanco [no puedo poner la hoja en blanco porque ahora solo escribo notas a mano, breves, para compensar mi miedo a olvidar esas cosas que surgen y que debes hacer; la vida pasa por un ordenador...], a plantear mis argumentos y que me resulten convincentes a mi primero, luego a los que han de venir. Me ocurre alguna vez, todavía, cuando surgen asuntos de los que conozco nada y debo despachar con fingida soltura y seguridad. Por eso cuando regreso a mi despacho y cierro la pesada puerta de madera de color haya, aparecen los males, la sudoración, los miedos palpitantes. Cuestión de un par de minutos. No más. Luego todo fluye y consigo desovillar la idea, plantearla, sintetizarla, trasladarla y hacerla entendible a l#s [como yo misma] ajen#s a la materia. Al final, fluye y me sorprendo reprendiéndome a mi misma con aquello de que ya va siendo hora de que aflore un poco de seguridad. Hoy no me ha sucedido, todo lo contrario. Pero, como el chiste, me gusta recordar cuando tenía estas angustiosas sensaciones, sobretodo porque siempre, siempre acababa saliendo airosa. Un poco como esa manía mía a la gente, a pensar que soy de las que no sabría mantener el tipo constantemente atendiendo al público [una ya tiene un mal carácter consolidado y sólidamente instalado en el día a día]. Y hoy, que reviso memoria y agenda y veo que han sido tres los días, tres, en los que he debido expandirme y exponerme y acoger y ser confortable y contagiar, me doy cuenta de que no ha sido para tanto, que incluso ha habido momentos fantásticos y lo cierto es que mi gestión ha sacado buena nota. Cosa que me hace recordar que una valoración de 8 sobre 10 [¿sólo un 8? por favor...! debe tratarse de un error! si mi clase fue divertidísima...!!!] por parte de l#s alumn#s, que recibí con cara circunspecta y sincera preocupación, buscando el lugar en el que se quedaron amarrados esos dos puntos en el trayecto, para rectificarme a mi misma en futuras ocasiones, ha sido la nota más alta de todas las que han recibido los otros ponentes... A vueltas con la edad: ahora una ya no acepta ni los ochos, cuando toda la vida me bastaron los tristes cincos...
Y asoma de nuevo el charco y un traslado relámpago y me desconcierta, como tantas veces...
Mmmh te codeas con los ex- presis ahora dando conferencias???? vaya esto es nuevo ... debería pasarme más por aquí. ;)
ResponderEliminarBesos.
Mizar
Con la edad la autoexigencia aumenta, no está mal siempre y cuando te permita disfrutar de las cosas, si eres demasiado autoexigente no disfrutarás porque siempre pensarás que se puede hacer mejor.
ResponderEliminarLos cambios llegan, a veces sin esperarlos, adaptarse a las situaciones es cuestión de superviviencia.
Un saludo.
Oski.
Lo importante es disfrutar..., la puntuación es más secundaria...
ResponderEliminarBesos