Me enfrenté. En efecto. ¿Quién dijo miedo?
Y todo ha cambiado. Se abrió una etapa nueva, con reglas distintas, a la que habrá que adaptarse.
Lo único cierto es el cambio.
Expuse. En efecto. Solo moderadamente satisfecha.
Estas perfeccionistas, quoi!
Necesito el gimnasio, retomar rutinas y sentir que aún me queda alguna. Que pertenezco, que hay objetivos.
Hoy se ha puesto a llover y la tristeza me ha empapado. No quiero otoños. Ya lo había anunciado y de nada ha servido.
Paso de puntillas, sin hacer ruido. Y no me importa más allá.
Sobre la mesa, mientras, un par de ladrillos que no me canso de esquivar, las manos por encima, tratando de teclear las letras que generan un post extraño, raro e inusual.
A esos no me quiero enfrentar hoy...
Pues deja los ladrillos para mañana y te los quitas con un golpe de kárate: aaaaaahhhhhhhhhh crack!
ResponderEliminara estas alturas ya creo que hay cosas irreductibles. como nosotros mismos. o como dos ladrillos. y no pasa nada.
ResponderEliminartambién creo que hoy, a estas horas, ya puedes abandonar la trinchera. y con la cabeza alta, eh?
Eso hice, De Luna. Eso hice. Una no da para más, a veces... Y nada espera más que el trabajo... :)
ResponderEliminarVictoria: gracias. ¿Y las mayúsculas, profe? (chirrían...).
las mayúsculas no son irreductibles, sparkling.
ResponderEliminar:)
buenas noches.
Qué cierto que lo único real es el cambio...
ResponderEliminarYo también soy poco partidaria de los malos días de otoño, pero como me quiero autoimponer el buen rollo y el optimismo, pienso aprovechar esos días tontos para hacer todo tipo de actividades caseras y así no sentirme mal mirando tras los cristales como un perrillo que no puede salir a la calle. :P
Victoria: soy mujer de principios (y manías). No me pongas a prueba. Ya no tenemos kince anios pascribir asin..!
ResponderEliminarButterflied: bienvenida. Buena estrategia, sí señora. A ver si da resultados muy pronto! :)
Otoño
ResponderEliminarÁrboles
dejando caer besos
caricias
hojas agonizantes
que vuelven a la tierra
y que en su caída
al rozar tu rostro
dejan el rastro
de un beso de despedida.
Es por eso que sopla el viento
celoso de que los árboles
aún tengan vestidas sus copas.
¡Que sabio es el viento!
!Que bien sabe la lluvia!
todo
todo
limpia mi pensamiento.