Estar en la capital del Reyno a las 9h00 implica un madrugón considerable y arrastrar un cansancio hasta el fin de semana. Y escuchar conversaciones en el AVE, encontrar caras conocidas, dormir un poco, leer todo el trabajo que se me queda pendiente en el maletín, que te ofrezcan prensa y comida a cada tanto, a veces ver alguna película, mirar por la ventana, pensar, pensar, pensar... El regreso es también tardío, así que el aprovechamiento del día es incuestionable. Hay que cambiarse el gorro a cada reunión cuando se desempeñan diferentes roles y se dispone de poco tiempo, lo que requiere unos momentos de adaptación que suelen desconcertar y se sobrellevan con tanta dignidad de la que aún soy capaz. Si a eso le unimos una noche de insomnio y escaso descanso, el desánimo está asegurado. Tengo cena esta noche y aún valoro cancelarla o asistir y, en el primer plato, anunciar retirada. Pero el paseo hasta el lugar de la cita es tan agradable que igual me acerco hasta ahí, cancelo sobre la marcha y me regreso a casa. Estoy poco sociable, en estos últimos tiempos y no encuentro ni la manera ni la razón para cambiarlo...
la razón para cambiar ese estado es que no te gusta estar así y es una muy buena razón para ponerse en marchA
ResponderEliminarHola, soy cabaretera, un pelín loca y lo suficiente seria, Me he pasado por una estación en tu AVE, así rápida, pada darte ANIMOS..
ResponderEliminarY solidaridad....
FUERZA
cabaretera
Sparkling, esto tiene fácil arreglo... una cura de sueño y vuelta al ruedo!!! Sé que no va a costarte nada porque valoras disfrutar las cosas
ResponderEliminarBesos
M
Ripley: gracias por la fe y los ánimos... y sobretodo por pasar! :)
ResponderEliminarcabaretera: igualmente. Encantada de conocerte... :)
Maria: si hasta las unidades del sueño de los centros más prestigiosos se han librado de mi diciéndome que o cambio de vida y me desprendo de las ansiedades o nada... y claro... :( Un beso, loca afortunada! :D