Se me vuela una semana. Completa. Días y también las noches. Volados, voladas. Vas mirando hacia atrás, por encima del hombro, y apenas se pueden ya rescatar los recuerdos, pequeños y enormes, recién diseñados. De pronto, como un susto, los segundos que componen el domingo se detienen y todo deviene la entonación, la duda de lo que fue en realidad y lo que nuestra mente quisiera que hubiera sido. Todos los miedos agolpados, como niños y niñas detrás de una puerta cerrada, guardando turno para entrar cuando sea posible. Presintiendo lo que ha de venir, las rutinas retomadas que ahora no parecen ni siquiera confortables, como antes -hace tan poco- resultaban, cómodas.
No podía ser de otra manera y mi cuerpo está protestando por todos los excesos y, como en los viejos tiempos, la falta de ganas me ha introducido bajo edredones después de una comida europea, por frugal y por temprana, en soledad. Reconozco haber rechazado compañías porque hoy las lágrimas se me iban escapando por los rincones de la casa. Tal vez haya sido buscada, pero esta soledad de la que hablo no tenía opción, en realidad. Es la de los miedos, las pérdidas de control de la realidad, la mente avanzando a su ser hacia lugares nunca visitados, que no se puede compartir porque inquieta, preocupa y puede doler.
Solo necesito un poco de tiempo...
No podía ser de otra manera y mi cuerpo está protestando por todos los excesos y, como en los viejos tiempos, la falta de ganas me ha introducido bajo edredones después de una comida europea, por frugal y por temprana, en soledad. Reconozco haber rechazado compañías porque hoy las lágrimas se me iban escapando por los rincones de la casa. Tal vez haya sido buscada, pero esta soledad de la que hablo no tenía opción, en realidad. Es la de los miedos, las pérdidas de control de la realidad, la mente avanzando a su ser hacia lugares nunca visitados, que no se puede compartir porque inquieta, preocupa y puede doler.
Solo necesito un poco de tiempo...
Yo adoro las rutinas cuando puedo cumplirlas... y cuando no, siento como tú que se me vuela el tiempo, y es cierto que es muy desagradable.
ResponderEliminarRespecto a lo otro... pues no sé qué decir... ¿un abrazo?
Como decía Lucía Etxebarria en "Beatriz y los Cuerpos Celestes", "En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel" Quizás a veces sea necesaria esa soledad...
Ahora sin preguntas, un abrazo
Gracias por los abrazos, Marilia... Reconfortan... Un beso.
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