No me acostumbro a pantallas pequeñas en las que torpeo veces infinitas y tengo que repetir los golpes excesivamente para mi impaciencia. Estar ante una pantalla puede ser, a veces, una de las maravillas de la vida. Hacer maleta de nuevo no lo es, por ejemplo. Cambiar una y mil veces los pernoctes de mis descendientes con el correspondiente recochineo de mi "ecs" pues tampoco. Pasear por el campo después de la comida y antes de seguir trabajando, después de haber bebido uno de mis vinos preferidos es, como mínimo, extraño por infrecuente. A veces me preocupa. Digamos que soy una mujer confundida a la par que preocupada, entre otras muchas cosas...
Noche breve y ver volar paisajes mientras amanece y mientras arrastro una maleta con ruedas tamaño cabina y un maletín para todo lo demás y, sobretodo, sueño detrás de los párpados; se me han desaparecido muchas ganas de tantas cosas. Me he cansado, es simple. Ha dejado de haber algunas novedades que devinieron rutinas, que son mi enemigo número uno, pero todo sigue su curso y procuro reir y disimular que habría otros miles de lugares en los que preferiría estar, seguramente con distintas compañías. Y sigo. Y estoy. No se nota nada, ni siquiera que miro de reojo porque hay en el otro extreño del restaurante unos ojos impecables que no dejan de rondarme...
Pero no serán azul indantreno los ojos. Seguro que no.
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Un beso, sparkling.
Están tan lejos qe no puedo verlos... Solo imaginarlos. Y creo que es lo mejor del mundo... :)
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