Aún quiere venirse conmigo y a veces improvisamos algún recorrido, que suele repetir lugares porque nunca nos alejamos tanto. Se monta detrás y a ratos se me abraza fuerte, fuerte. Su pelo largo en perpendicular, sobresaliendo del casco. No para de hablar, de recordar puntos de algún camino y contarme lo que recuerda: si, es aquel campo con tres casas sueltas y una cabaña con un pajar y comida para los animales... Como si fuera fácil, con estas pistas, recobrarlo de la memoria. Me pregunta sobre las historias que llevo a cuestas, del río, los caminos y los perros que un día, hace tanto, salieron a nuestro encuentro por sorpresa y ella era tan pequeña. Se mira en el retrovisor redondo a medida que avanzamos y me cuenta que parece Rudolf, el reno de Papá Noel, porque tiene la cara enrojecida de frío, ganas de llegar a casa y acercarse al fuego, que todos vamos alimentando constantemente. No hace frío, ahora. Hace compañía. Y es que yo estoy extrañando tanto...
a su edad y que aún quiera acompañarte ... no tiene precio... :)
ResponderEliminarbesos
Mizar
En efecto, Mizar: priceless... :)
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