martes, 8 de julio de 2014

Encriptada porque no hay alternativa...

Ha llegado el momento de dar portazos y abrir las ventanas. Lo siento y lo presentí antes, como no podía ser de otra manera. Una suerte de libertad profunda, íntima y esperada, que oxigena y abre paso, después de media vida presa, de fingir orgasmos para acabar rápido, de dar abrazos maternales, de sentir la provisionalidad sobre la piel de cada centímetro, de convivir con el miedo al abandono de manera constante, de potenciar mi inseguridad, de saber que todo era pasajero porque el final era esto. 

La nueva etapa. Sentirme fuerte. Más creativa que nunca antes y con mil proyectos simultáneos. Dicen que si sientes que todo está bajo control significa que no vas lo suficientemente rápido... En mi caso, me siento despeinada y revuelta, así que es probable que vaya bien. Y, por el momento, deprisa. Aunque no quiera reconocer que las ofertas llegan de cuatro en cuatro, el mismo día. Así que la etapa, aburrida, no promete ser. 

Y las ilusiones y los sueños ahí, arrinconados, despertando. Por primera vez quiero un lugar. Mío. Lejos. En plena naturaleza. Pequeño y acogedor. Dónde acudir sola o no, cerrar la puerta suavemente y saber que nadie va a ser capaz de conseguir que la abra excepto derribándola con violencia. Quiero ese lugar y un fuego en el rincón, velas y algo de incienso.cocinar potajes de mil verduras, a fuego lento y perfumar toda la estancia. Necesito tumbarme y leer mientras música nueva, que no venga del pasado, llena todos los rincones, en bajito. Necesito pertenecer. Importar. Cuidar. Recibir mimos y sentirme única, aunque sea mentira como lo son todas las mentiras. Dormir y despertar porque se acabó el sueño. Preparar un desayuno a base de zumo de naranja, pan de cereales tostado con tomate y aceite, algo de pavo o queso fresco y tal vez un buen café. Para dos. Dicen que el Illy es tan bueno pero aún no he podido probarlo a conciencia plena. Salir a caminar y saludar a media plaza, que son cinco personas. Sentirme observada y que no me importe. Saber que me juzgan y me da igual. Todo está perdido y todo recomienza. Disparar todas las fotos y capturar esos momentos irrepetibles, esos instantes mágicos. 

Son esos pequeños sueños, los objetivos a corto, como preparar el verano e imaginarme. Los objetivos a medio, como este. Como tú, porque...

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