Azul europeo. Mar asiático. Camino de cualquier parte...
Cuando tenga todas las prendas que adoro, de algodón y de lino, sobre la cama. Y los escasos zapatos, los muchos libros en papel y todos los imprescindibles, pensaré si me llevo la maleta marrón o la mochila de marca de lujo que me regaló, grande, para todo. Ahora mismo, en la mesita redonda de una terraza, ante la primera copa de vino, esperando, creo que es un viaje para mochila. Por el símbolo. Por el significado. Y la novedad.
Poco práctico para manejar tecnología, por el calor. Pero simbólico, aunque los recuerdos de otros viajes...
Bueno, como si importara.
Escribiré rabia, enfado, frustración, fracaso y decepción. Sé que voy para escribir una historia. Desde las vísceras, para echar lo viejo y prepararme, estar lista y a punto. Dejaré la mente en blanco y me detendré, desde lo más hondo de la parte más íntima de mi alma, desde la base. Para limpiarme, vaciarme y reinventar lo que nunca fui...
Jugaré con las palabras y las olas y los azules y los rayos de tanto sol. Aprenderé. Sonreiré un poco para invocar alegrías y pasarán los días, despacio, muchos, saboreando cada cosa que hará que me sienta en casa, aunque, como antes, sea solo una habitación de hotel...
Me gustaría leer esa historia venática. Sí.
ResponderEliminarAzul europeo... Anda... Lo añado a la lista.
Beso
No dudes que, si existe, la leerás... :)
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