Seguiremos encontrando lugares en los que nunca hemos estado. Estarán cerca, dicen los planetas. Y lejos. Esto lo digo yo. Porque quiero pisar nuevos continentes y prepararte un mango recién cosechado de esos que los lugareños venden en las carreteras sin asfaltar, con sonrisas en la cara y flip flops y vestidos con telas livianas de muchos colores. Caminar despacio porque el tiempo pasa lentamente y con cuidado, los sonidos son tan distintos y hasta el cielo, sin estelas de avión, muy azul. O muy gris si los monzones aprietan. Y las aguas turquesas de enormes mareas que hacen que el mar sea como el nuestro cuando cae la tarde, solo entonces. Podremos pasear kilómetros de arena blanca de playa rubia en busca de los objetos que nos atrapen y despierten nuestra creatividad para llevarnos a casa el momento en sí, materializado en una concha extraña o una piedra especial de material desgastado. Y navegar entre azules [ultramar] y verdes [Menorca], dónde no hará falta conexión ni tecnología y nuestra música serán las olas, la lluvia y los pájaros, el viento, las hojas flotando...
Un bikini, un pareo y el tiempo que nos regala la vida, observar, oler, memorizar, sentir eternamente. Verano toda la vida.
Buscaremos nuevos paraísos y nos sentiremos tan lejos, tan volátiles, que no volveremos iguales. Porque ya entonces seremos mejores...
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