Hubiera dicho tantas cosas. Y opté, premeditadamente, por escuchar sin intentar justificarme. Ni excusarme. Solo quería oír hasta lo que no debía [eso que quedará como una pelota pequeña rebotando contra las paredes de mi cerebro, in aeternum, sin más explicación].
Escuchaba y me mordía la lengua. Silencio que se proyectaba indiferente entre unas lágrimas de detrás de unas gafas de sol no muy oscuras. Porque había tanto por decir…
También me apetecía envolverla entre mis brazos y que sobrara espacio entre su piel y la mía, de pie, en público. Y abrigarle el sufrimiento y quitarle los males y el dolor. Y estar así mucho rato. Mucho. Inmóviles en un suave balanceo.
Le hubiera contado que la que necesita cuidados soy [también] yo. Que, por favor, volviera la mujer a la que echo de menos desde hace ya mucho. Que regresara a mi casa, que recuperara su espacio, su lugar, que todo fuera como fue, en ese paréntesis [existió, alguna vez?].
Y que ni siquiera me he atrevido a pedirlos [los cuidados]. Ni a ofrecer el refugio, el último esfuerzo. Tanta fragilidad, tanta culpa han hecho que me tragara besos y abrazos y párrafos largos y algunas caricias para construir uno de los finales más desgarradores, gélidos e indiferentes que nadie debería vivir nunca…
Veamos cómo me organizo para seguir, así… después de que se haya esfumado con lo hacen algunos barcos de vela en películas de serie B cuando se adentran en una noche negra boca de lobo y niebla densa. A ver…
Después de los finales...punto y final.Dicen que después del punto se empieza con mayúsculas. No me gustan,ni creo en los paréntesis
ResponderEliminarMuy bien. Me parece muy bien!
ResponderEliminarPero quién eres?
No me conoces.Simplemente soy una anónima que te lee
EliminarNo sois tantas y os tengo bastante fichadas… ;)
EliminarBienvenida a esta tu casa!