martes, 31 de enero de 2023

Saludos, besos, abrazos... y una idea de negocio.

 ...a los lectores de México, Brookling, Madrid y Barcelona que os estáis hartando de leerme, entre algunos otros.

Siempre es curioso ver que alguien te lee. Esto ha sido como un pozo oscuro al que lanzaba mi bilis, mis miedos, confesiones y alegrías. 

No todo fue malo, en esta década larga de disciplina creativa.

¿Alguien sigue leyendo blogs, en el mundo breve de Twitter? ¿En el universo audiovisual de YouTube e Instagram, Tiktok o Bereal? ¿En serio?

Que se presenten, por favor. Las valientes necesitan ser reconocidas públicamente, premiadas y laureadas.

Pues eso parece. Que existen. Y se están un rato largo...

Imagino que una escribe para ser leída. No es mi caso. Siempre escribí para mi.

Y me fue sumamente útil, además de aportarme algunas personas que, en caso de no escribir aquí, jamás hubiera conocido.

Algunas, un par, totalmente prescindibles. O peor.

Otras, maravillosas coincidencias que todavía forman parte de mi vida.

Tengo una idea de negocio: un Facebook LinkedIn pero con fichas de exparejas y examantes y tooooda la información que hace buena la frase "las redes están llenas de taradas". 

Con advertencias y avisos de quienes las conocen a fondo.

Con valoraciones como en Tripadvisor o AirBnb.

Miedito fuerte, ¿verdad? Peligro en vena...

El tema está en que la vida es un frontón...

 A estas alturas todas sabemos qué ocurre cuando vengo aqui, ¿verdad?

A veces es porque la vida deviene un frontón. Y todo regresa. Rebota, a veces en la cara. Otras no. 

Te enfrentas, discutes, argumentas. En vano.

Nunca me han gustado las polémicas, ni discutir. 

Ni cuando era una niña muy pequeña (y menuda) sentada a una mesa de nueve personas adultas y los gritos pasaban por encima de mi cabecita, que iba de punta a punta, de conversación cruzada en conversación cruzada, mirando caras encendidas y enfurecidas. Sin entender nada.

Ni siquiera la disparidad de criterios. Quizá eso lo que menos entendía, seguramente. Porque era obediente y sabía que enfrentarme no iba a llevarme a ninguna otra cosa que a la cara de desagrado y desaprobación materna.

Y eso eran palabras mayores. Esosiqueno.

Frustrante.

Y nada ha cambiado, en estas décadas. Pocas veces me opongo a batallas perdidas de antemano.

Eso dice mi carta astral. Que si no voy a ganarlas, ni me pongo.

Las más valientes diréis que vaya aburrimiento, eso de ser la niña buena del cuento. 

Bueno, buena no tanto.

Peleona, depende.

Agotada, seguro...