miércoles, 19 de abril de 2023

No puedo evitarlo. Tampoco la chulería. Solo hoy…

Cosas raras que me hacen pensar en el AVE, cuando dejo Madrid…

Echar de menos lo que nunca has tenido. También lo que tuviste y extrañas intensamente.

Repetir y pisar baldosas de algunas calles, girar en esquinas en las que estuvimos, no besar en la Plaza del Beso.

Fijarme en que hay nuevos restaurantes en los locales que frecuentabamos y que las modas han cambiado. Ir a un local de moda pensando que en algún lugar…

Pasar con el taxi frente a la figura de Plensa, que está tan cerca del hotel donde te dejé para siempre, después de una noche en vela que fue larga como una serie de Netflix.

Dormir muy cerca del rincón oscuro dónde aparcaste en Plaza Castilla para comerme a besos, en una despedida que nadie hubiera querido, aunque fuera hasta la mañana siguiente…

Sobrevolar la puerta del teatro donde vimos ya no sé qué y el de las Artes, donde escuchamos el concierto de aquel.

Ver desde abajo la terraza con vistas en las que me invitaste a cenar la noche que te conocí. La noche en la que me pasé la noche entera (vlr) pegada a tu piel.

Respirar primavera, pasar frio y calor, mucho frio y mucho calor, con minutos de diferencia. 

Ver a mucha gente. 

Pensar que qué hacen las mujeres de este lugar para necesitar arreglarse tanto. Venir reivindicando mis orígenes incluso en mi forma de vestir, mi calzado, mi bolso. Y sin atachée. A pelo.

Claro. Ahora soy más jefa que antes y no necesito ordenadores. Lanzo los comandos por teléfono. Y se ejecutan.

No risk no fun. Y This is Madrid you know.

Y tantas otras frases en tantas otras historias, que acumulo mucho viaje y la mochila viene llena. A veces por suerte. Y otras con desgracia. Pero resignada, ya.

Soy lo que soy. Y casi siempre me gusta.

Todo junto, tanto cuento, haciendo bola pero con una sonrisa. Que me pillé a mi misma en un espejo con una mueca parecida a alguien satisfecho.

Sin acritudes. Sin rencores. Evolucionada serenamente a mi plácida version nueva de mujer mayor.

Me sigue tumbando. Madrid y sus gentes.

No puedo evitarlo. Aunque evite a toda cosa venir por aquí. Y a veces sea tan imposible negarme a venir.

Las obligaciones primero…

jueves, 13 de abril de 2023

Sé que no soy la única…

 Y me consta que al menos a Neuronas también le pasa. Temporadas sin entrar y de pronto, un día, furia por escribir.

Difícil que entre aquí cuando estoy muy contenta o muy feliz. No es mi estilo presumir.

Por tanto, es mucho más probable que venga enfadada, triste o sola. Y a veces hasta todo a la vez.

Hoy no sé. Solo pienso que he aprendido a entender cosas, ahora que me estoy haciendo (tan) mayor.

Sé, por ejemplo, que las ilusiones (por algo, por alguien) pueden diluirse. Lo que no sé bien es en qué momento empezamos a dejar de querer…

Que el esfuerzo para que (las ilusiones) sigan como piedras han de ser muchos y reiterados. Diarios.

Que a veces da pereza. Por alguna incomprensible razón.

Que quien jura amor eterno se desvanece (y hasta hace ghostings).

Que mejor no te fíes mucho de lo que te prometan y estate más a los hechos. Las palabras se vuelan. Y las promesas son eso: promesas.

Que hay que leer la vida de las personas para saber con quién te juegas los cuartos. A mi me está apasionando el temazo “Rompimos hace años. Pero llevo el anillo que me regaló y me recuerda a ella”. En especial, la estrofa que cuenta cómo te hablan de ella varias veces al día, cada día, sin excepción. Un día leí que eso significa que no se cerró bien la historia y que la persona no estaría lista para una nueva. Pero no sé bien…

Que el cariño y el amor hay que ofrecerlo dentro de la pareja. Cuando se le va robando para repartir fuera, con otros, mala cosa.

Que las amistades son imprescindibles.

Pero cuando el contacto con tu amigo es de varias veces al día, cada día, mientras no mú a la pareja, ojo.

A veces se toman decisiones equivocadas. Yo suelo hacerlo periódicamente y de tanto en tanto. Cada vez más seguido. Y tampoco pasa nada.

Aunque algunas sean brutales errores del tamaño de un baobab.

Y bueno.

Otras veces, en lugar de avanzar, retrocedo. De manera obvia.

Siempre sueño lo que no toca y no debería. 

Tendría que tatuarme que nada de retirarme hasta dentro de muchos años. No por la pensión sino por lo que podría quedarme aún de vida saludable y sin grandes ingresos ciertos.

Porque puedo vivir con poco. Pero no quiero. Necesito algo para viajar, ahora que he vuelto a hacerlo y ya no puedo parar.

Hacerse mayor no mola. Que el nido se haya vaciado es un desconcierto indigerible. Vivir frente al mar es indescriptible.

Hoy salí a caminar rápido (yo pienso que corro, pero bueno). A pasear descalza donde rompen las olas. El mar no estaba tan frío. Un tipo atractivo se bañaba…

Estoy un poco triste, esa es la verdad. Mercurio retrógrado, cambio de vida y astenia primaveral. Uranazo. Todo junto.

Puedo permitírmelo (estar un poco triste) y me lo permito…