Cosas raras que me hacen pensar en el AVE, cuando dejo Madrid…
Echar de menos lo que nunca has tenido. También lo que tuviste y extrañas intensamente.
Repetir y pisar baldosas de algunas calles, girar en esquinas en las que estuvimos, no besar en la Plaza del Beso.
Fijarme en que hay nuevos restaurantes en los locales que frecuentabamos y que las modas han cambiado. Ir a un local de moda pensando que en algún lugar…
Pasar con el taxi frente a la figura de Plensa, que está tan cerca del hotel donde te dejé para siempre, después de una noche en vela que fue larga como una serie de Netflix.
Dormir muy cerca del rincón oscuro dónde aparcaste en Plaza Castilla para comerme a besos, en una despedida que nadie hubiera querido, aunque fuera hasta la mañana siguiente…
Sobrevolar la puerta del teatro donde vimos ya no sé qué y el de las Artes, donde escuchamos el concierto de aquel.
Ver desde abajo la terraza con vistas en las que me invitaste a cenar la noche que te conocí. La noche en la que me pasé la noche entera (vlr) pegada a tu piel.
Respirar primavera, pasar frio y calor, mucho frio y mucho calor, con minutos de diferencia.
Ver a mucha gente.
Pensar que qué hacen las mujeres de este lugar para necesitar arreglarse tanto. Venir reivindicando mis orígenes incluso en mi forma de vestir, mi calzado, mi bolso. Y sin atachée. A pelo.
Claro. Ahora soy más jefa que antes y no necesito ordenadores. Lanzo los comandos por teléfono. Y se ejecutan.
No risk no fun. Y This is Madrid you know.
Y tantas otras frases en tantas otras historias, que acumulo mucho viaje y la mochila viene llena. A veces por suerte. Y otras con desgracia. Pero resignada, ya.
Soy lo que soy. Y casi siempre me gusta.
Todo junto, tanto cuento, haciendo bola pero con una sonrisa. Que me pillé a mi misma en un espejo con una mueca parecida a alguien satisfecho.
Sin acritudes. Sin rencores. Evolucionada serenamente a mi plácida version nueva de mujer mayor.
Me sigue tumbando. Madrid y sus gentes.
No puedo evitarlo. Aunque evite a toda cosa venir por aquí. Y a veces sea tan imposible negarme a venir.
Las obligaciones primero…