Hace unos días que me van comentando cosas que tienen un común denominador.
El del título.
Parece que últimamente la prima mayor no ejerce como tal, ni el hijo hace de hijo. Tampoco la hermana. Y así con todos los roles imaginables. Incluído el de pareja. Y el de amigo.
No sé si es que no queremos hacernos responsables de lo que nos correspondería hacer. De lo que nos ha tocado. O que no nos quedan fuerzas para mirar alrededor y darnos cuenta de que hay que hacerlo. Hacer lo que sea.
Una llamada. Un recordatorio. Pero, especialmente, dedicar tiempo.
Creo que es eso. Que con eso (tan grande) bastaría para sentirnos mejor, cumplir y que no haya este déficit de atención.
Pero eso cómo se hace cuando vamos dando bocanadas con la boca abierta, deprisa a todas partes, sin fuerza ni tiempo ni ganas. Uno no puede con su alma y tiene que ocuparse de los demás.
Siempre ha sido así. Lo que pasa es que nos hemos quedado sin fuerza, débiles, sin defensas. Y vamos cayendo enfermos. O no nos recuperamos. Y tenemos lo justo para nosotros, pero nada nos sobra para todo lo demás.
Esto nos caracterizaba antes. Sabíamos qué teniamos que hacer si éramos hermana mayor, o menor . Y todo lo demás.
También es posible que lo que suceda es que hay un cierto sentimiento de abandono, de orfandad, de falta de abrigo. Como si nos faltara rumbo, hoja de ruta, plan de acción.
Nos ponemos bufandas sobre un cuerpo desnudo.
Y ahí fuera hace frío (es una metáfora, porque aquí hace un calor de 20 grados aunque estemos en febrero ya).
Y a mi todo esto me ha llamado poderosamente la atención. Y aquí lo dejo.
Junto a la circustancia de estar desarrollando una fobia simple. Que luego se me olvida...