Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

miércoles, 30 de junio de 2021

A veces, la magia…

Por razones obvias he dejado la bici arrinconada. De hecho tengo planes para hacer magia, doblarla completamente y hacerla desaparecer de mi vista. 

Corazón que no ve.

Y en paralelo he retomado el viejo hábito de caminar. Como antes de tantas cosas. Lo mantengo desde hace algunas semanas y creo que seguiré igual. Mientras sea posible.

De recado en recado, me he dejado perder por las calles de mi exquisita ciudad en un día precioso y muy azul, con rachas de viento que secllevaban el calor húmedo y presencia de poca gente, solo algunos turistas en las vías más típicas.

He escuchado [mientras el semáforo cambiaba a verde] a un tipo de unos treinta que hablaba por teléfono con su novia, sentado en un banco y fumando un porro. Le contaba convencido que estaba en Madrid y que iba a ver a no sé quién, para pedirle explicaciones. 

Nota mental: no vivo en Madrid. El tipo es un trolero. None my business.

He seguido caminando con algo de prisa para evitar retrasarme en mi siguiente cita y me he cruzado con una pareja bastante joven con bebé pequeñísimo que ya anda solo, lo tira todo al suelo y aún no habla. Precioso cabello rizado y una sonrisa escondida tras un chupete.

La madre quería que me saludara. Yo seguía caminando, medio girada, haciendo adiós con la mano, luego abriéndola y cerrándola. El niño me miraba con enorme sorpresa pero nada de saludo.

La madre insistía, el padre ni caso. El niño absorto conmigo e inmóvil. Yo, cada vez más lejos, girada del todo, caminando hacia atrás, ya agitaba los dos brazos con exageración, para que no perdiera contacto visual. Ninguna vergüenza, por cierto.

Ni con esas. La madre se ha excusado con un gesto de esos de cuando alzas los hombros al no poder explicar algo, una sonrisa divertida y un gracias por el momento mágico que los tres desconocidos hemos creado en plena calle, un miércoles de verano cualquiera…

De la orfandad…

Es la ausencia, la muerte o el abandono.

Y te desnuda, desarraiga y te vuelve vulnerable.

No me refiero solo a la pérdida de los ascendentes. Aplica a las personas, en general. Y marca profundamente las vidas de los otros.

Curiosamente, hace algún tiempo que se potencian determinadas ausencias y tomo conciencia de lo irreversible de algunas desapariciones.

Voy a trabajar esa parte de mi y a focalizarme en las presencias. Porque hay ausencias que duelen. Y otras no…

lunes, 28 de junio de 2021

Lo que quedó por…

Hubiera dicho tantas cosas. Y opté, premeditadamente, por escuchar sin intentar justificarme. Ni excusarme. Solo quería oír hasta lo que no debía [eso que quedará como una pelota pequeña rebotando contra las paredes de mi cerebro, in aeternum, sin más explicación].

Escuchaba y me mordía la lengua. Silencio que se proyectaba indiferente entre unas lágrimas de detrás de unas gafas de sol no muy oscuras. Porque había tanto por decir…

También me apetecía envolverla entre mis brazos y que sobrara espacio entre su piel y la mía, de pie, en público. Y abrigarle el sufrimiento y quitarle los males y el dolor. Y estar así mucho rato. Mucho. Inmóviles en un suave balanceo.

Le hubiera contado que la que necesita cuidados soy [también] yo. Que, por favor, volviera la mujer a la que echo de menos desde hace ya mucho. Que regresara a mi casa, que recuperara su espacio, su lugar, que todo fuera como fue, en ese paréntesis [existió, alguna vez?]. 

Y que ni siquiera me he atrevido a pedirlos [los cuidados]. Ni a ofrecer el refugio, el último esfuerzo. Tanta fragilidad, tanta culpa han hecho que me tragara besos y abrazos y párrafos largos y algunas caricias para construir uno de los finales más desgarradores, gélidos e indiferentes que nadie debería vivir nunca…

Veamos cómo me organizo para seguir, así… después de que se haya esfumado con lo hacen algunos barcos de vela en películas de serie B cuando se adentran en una noche negra boca de lobo y niebla densa. A ver…

La vida es cachonda...

Sí. La vida es cachonda. Porque te quita y te da, a voluntad, de manera improvisada, sin avisar. Y a mi acostumbra a pillarme con el paso cambiado. Siempre igual...

Hace tan poco tiempo [poquísimo, unos días] hubiera convenido tener la casa para mi sola, intimidad, algo de tiempo por delante. Mira que lo deseaba... Podía ser crucial, para mí al menos, esa circunstancia. Deduzco que para la otra mitad también podía haber sido importante.

Hay que ir con cuidado con lo que le pedimos al cosmos. A veces te lo da cuando quiere. No cuando hace falta. 

Y aquí los tengo: unos días en soledad en mi propia casa [que no hogar, me dijeron hace un tiempo]. Justo ahora. Justo. Bingo. Diana. Gol.

Completamente sola. Día y noche.

Recientemente mi viaje al destino más temido del mundo [exagero, sí] para instalarme una semana, podía haber mutado en algo bonito que compartir, en un mini proyecto en común [por decir], tiempo que invertir en mis propios tiempos muertos que dejan ahí las obligaciones, momentos en los que vivir conjuntamente lugares nuevos e importantes, en los que enseñar y pasear rincones perdidos y desconocidos para mí...

De nuevo: acierto! Tampoco eso va a ser compartido, como si extrañas fuerzas invisibles se hubieran conjurado para que nada de lo bueno que puede suceder tenga lugar. Y solo sucedan cosas que a mi me entristecen.

Me desespero, lo reconozco. Se me anuda la garganta, de día y de noche. Descargo lágrimas tranquilas y acostumbradas, resignada. 

Pero he aprendido que no se puede ir contra las corrientes y hay que dejarse llevar. Aunque el destino al que soy arrastrada, ahora mismo, no me parezca el más bello del universo. Por cierto...

Arranca el duelo. Leo frases breves que me recuerdan que, para ir bien, voy a necesitar un año. ¿Un año? porelamordeDios! 

Parece que lo he estado haciendo mal, últimamente. 

Así que procuro respirar hondo y concentrarme en cosas inútiles. Como en mis acúfenos, por ejemplo... 

domingo, 27 de junio de 2021

Y si no tuviera miedo…

Me pregunto qué sería capaz de hacer si no tuviera miedo. Ese miedo enorme que ataca y paraliza, ahoga e inunda.

Y voy creando listas mentales, para fijarme en lo inmediato, para disfrutar lo que ha de venir, para distraerme del ahora vacío. Para volar corto.

Imagino cosas que haría, palabras que diría, gestos que tendría. Inmediatamente me arrepiento. Por miedo al qué sucedería si lo hiciera…

También imagino lugares que no conozco y me entretengo con inágenes de sitios que decidí grabar en la memoria. Así no tengo que buscar en álbumes, así no vivo aterrorizada por si se pierden. De hecho, las doy por perdidas…

Como algunos planes y proyectos. Como pequeños viajes y algunas actividades. Como enormes futuros. Perdidos. Forever.

Habrá que construir otros, aunque de miedo. Y pereza. Y me sienta desabrigada y extrañamente ausente. Y sin ganas ni tampoco fuerzas.

Me da miedo, por ejemplo, pero regresaré a esa ciudad del miedo a los recuerdos, allí dónde fui intensamente feliz y desgraciada, ya no recuerdo en qué proporciones exactas. No me interesa.

Volveré muerta de miedo, disimulando la soledad inenarrable que estar ahí me va a producir. Pero volveré. Incluso a pesar del miedo.

Porque o seguimos o lo dejamos correr. Para siempre…

viernes, 25 de junio de 2021

Lo que voy aprendiendo…

Al final aprendes que vivir es sumar.

Que lo que no suma resta. Y duele.

Que hay que entender que no vinimos a salvar a nadie.

Ni a acompañar en el cambio.

No soy nadie para decidir que alguien debe cambiar.

Yo también debo mejorar tanto…!

Las energías son escasas. Hay que administrarlas con cuidado.

Lo que no fluye se enquista y te agota.

Se puede querer sin amar.

Se debe amar con precaución.

Hay que perder miedo a la traición. Pero ocurre.

La vida es un montón de oportunidades, cada día, para encontrar pequeñas felicidades. Grandes también.

Hay que trabajar en eso…

lunes, 21 de junio de 2021

Ese miedo infinito que nunca se va...

Recuerdo que antes, hace mucho tiempo, me encantaba escribir tristezas en este lugar. De esas desgarradoras, negras, intensas e impresionantes. Porque impresionaban. 

Hablaba y surgían lamentos de las oscuridades más profundas, derivadas de la duda de seguir viviendo o lo contrario. De los abandonos alevosos y las traiciones más ingratas. De las decepciones y las desconfianzas.

Sé perfectamente que escribía cosas difíciles de digerir, con lágrimas en toda la cara y muchas palabras entre los dedos, tecleando deprisa y a ciegas, sin ver el teclado. Mi público me lo contaba, preocupado por si realmente era una imagen real o pura fantasía.

Me encantaba responder que no se inquietaran ni preocuparan, que yo estaba estupendamente y esto era, solo, una suerte de terapia.

Entonces era en un intento de volcar el dolor mal archivado, incomprendido, inesperado y yo estaba inmersa en una vida alegre, en realidad. Acompañada y feliz, entre planes de combates en cualquier lugar, yendo y viniendo.

Ahora no. Ahora me doy cuenta de que escribo las mismas letras negras de antes, un poco de siempre. Pero en este caso son la foto exacta del momento, sin trampas, sin vida alternativa y alegre, sin felicidades ocultas ni proyectos ilusionantes. 

Solo eso: tristeza, soledad, dolor, abandono. Y fracaso y decepción. Y un miedo que no acaba nunca, que no sé manejar, que se me come cada día a bocados pequeños, que duelen tantos horrores...

domingo, 20 de junio de 2021

Cuando amar es imposible…

Whatsapp debería tener la opción de comunicar que tu conversación con alguien ha sido archivada. O borrada en su totalidad. Es un gesto determinante de que hay un enfado o indiferencia grandes o se ha roto algo para siempre.

Es solo una idea. Yo no borro. A veces, archivo.

Hay ocasiones en las que una quiere amar con toda el alma. Y es, sencillamente, imposible. Me refiero a amar bien, naturalmente. 

Imposible por culpa de pequeños detalles o grandes gestos, pero no se puede. Quizá porque el 50% restante no quiere, no se deja, se aleja. O no sabe o no puede. Depende de cada caso.

El hecho es que a veces amar deviene un esfuerzo sobrehumano. Quieres hacerlo bien, lo reintentas y perseveras, y regresa el fracaso: una y otra vez. 

El miedo, la inseguridad, la autoestima destruida. La temida soledad, la marcha atrás para evitarla, las nostalgias, los días negrísimos hasta que se desliza un primer mes que todo lo suaviza… La frustración y la impotencia.

Algunas semanas después, sin darte cuenta, sonríes al recordar algún momento. 

Es una oda al optimismo…

viernes, 11 de junio de 2021

La rubia de la mesa de al lado…

La rubia de la mesa de al lado me lanzó miradas y mensajes durante toda la puesta de sol naranja hasta que los cielos mutaron a un azul casi negro.

La acompañaban tres amigas, tan rubias como ella, pero un poco más felices, un poco más alegres. No se escuchaban silencios entre sus risas, ni siquiera entre sus conversaciones ininterrumpidas. 

Ella lo observaba todo, incluídos mis ojos azules, de vez en cuando, como si nada de esa mesa pudiera importarle y estábamos tan cerca la una de la otra que podían habernos detenido por incumplimiento de los mínimos de distancia social obligatoria entre mesas.

Estábamos en el exterior pero de lado, juntas, observándonos y midiendo nuestras palabras y nuestros silencios con quienes nos acompañaban.

Entre sorbo y sorbo de cerveza, en el último trago, alcé la mirada y allí estaba ella. Invitándome. Retándome. Llamándome. Aguantando la mirada.

Era el momento perfecto para pagar la cuenta y me levanté, nerviosa, en busca del camarero, cerca de la barra. 

Le pregunté dónde estaban los servicios y, antes de que el chico pudiera contestarme, la rubia de la mesa de al lado me susurró el camino, muy cerca del oído y dejándome un prometedor beso en el cuello.

Le di la mano y la llevé conmigo…

lunes, 7 de junio de 2021

Vacuum...

Siguen los desconciertos y las desorientaciones. También los desaciertos y el miedo a la toma de decisiones.

Parece que hay eclipses en mi signo, lunas raras y planetas que retrogradan, que se cierran etapas y se abren otras con el cumpleaños. No entiendo bien qué influjo pueden tener los astros, pero no me atrevo a negar que lo tengan. 

Doy fe de que los presagios y predicciones de los expertos coinciden y la clavan. En mi caso y en el de algunos otros [casos] que sigo bien de cerca y padezco, también.

Tampoco me atrevo a mirar hacia adelante para hacer planes. Por pánico, más que por miedo. A que no salgan, bien o mal. A que no alcance, a que todo cambie, a no llegar.

Es extraño, todo. Me hago propósitos incumplibles. Me hundo en pensamientos pantanosos de ciénaga negra. Me entretengo enredada en la búsqueda de la ilusión perdida.

Y no la encuentro. Recuerdo que antes tenía muchas, de todos los colores. Ahora, estoy vacía...

viernes, 4 de junio de 2021

No sé conjugar el verb vida...

I així, lentament, suaument, de manara decadent i silenciosa, he desaprès a viure.

Ara no en sé i m’entrebanco, m’enredo, m’enganxo, sense saber, senzillament, com. 

Respirar, decidir, triar, deixar, callar, demanar, marxar.

No sé conjugar verbs, ni la vida...

miércoles, 2 de junio de 2021

Baños de mar turquesa...

Me siento un poco sola sintiendo que todo es muy difícil. Me precede la fama de fuerte, autónoma, segura de mí misma y decidida, además de resolutiva. Va a resultar que no. Que soy enana, minúscula, pequeña y nada independiente.

Se me escapa cómo actuar con éste nudo en la garganta y las ningunas ganas de vivir. Deduzco que la química está completamente descompensada y que poco ayuda mi autoaislamiento.

No me ilusiona nada, pero no puedo dejar de soñar con mares turquesas, un pareo y prolongados baños en agua de mar. Soñar. Porque no me atrevo a construir realidades que los incorporen. Todavía no...

martes, 1 de junio de 2021

M'encantaria escriure coses precioses...

Estic triant el no res. El ningú. El meu destí.

No escolto i no espero, tampoc no vull pensar que algú compareixerà i omplirà la meva vida d'alegries, d'il·lusions. No se'm passa pel cap que he de ser jo mateixa qui la ompli d'aquesta mena de coses. Senzillament, sóc incapaç.

Un esforç? llevar-me, arribar a la cuina i fer alguna cosa per esmorzar, prémer el botó de la torradora i treure el got de l'armariet verd. Arrossegar-me fins la dutxa. Fer moviments automàtics se'm dóna bé. Així no penso i només em concentro en ensabonar-me com la maniàtica de la neteja que sóc. Punt.

De moment, m'estic deixant viure, silenciosament. Una cosa i una altra. Empassar un silenci i la necessitat imperiosa d'escoltar una veu. Enyoro, intensament. Compareixen persones i records, frases i moments, buits i nostàlgies. Ja se sap que això és el que té mirar enrere, oi?

El cas és que jo no hi miro, enrere. M'assalta, el passat. I se'm tira a sobre i torna i és impossible deixar-lo de banda, oblidat, encapsulat. Com si no m'hagués interessat mai. I quina mentida més enorme, aquesta.

Vaig fent, tirant, només. No hauria de queixar-me, ja ho sé. Però a mi se'm acumulen les idees, les pors i els pensaments estranys, com si no volés estar aquí, fer el que he de fer, envoltar-me de qui forma part de la meva vida. Les pors i les soledats s'enganxen a la gola i al llagrimall i això no ho atura ningú.

I és que a mi m'encantaria escriure coses precioses, com a vegades pot ser la vida, però ara sóc incapaç...

Aquí está todo...

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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