El viento sopla fuerte esta noche en el desierto. Se han volado las tiendas. La tempestad levanta la arena como si la moviera un ejército con palas construyendo algo urgente y se me cuela por todos los rincones de la piel, aunque me proteja los ojos con el antebrazo derecho y los lleve cuasi cerrados. Entra igualmente. Debo inclinarme hacia delante para vencer la resistencia del viento violento pero no creo que sea nada personal. Es una tormenta de arena como las que tienen lugar en cualquier desierto de tanto en tanto. Y tanto. La noche cerrada de cielos negros y estrellas pequeñas no permite ni adivinar qué tengo delante de mis pies y mis pasos son -en consecuencia- breves y cobardes, tanteando terrenos desconocidos con las puntas de mis botas de hacer excursiones por la montaña o grandes caminatas por senderos y por ciudades. No hay manos ni compañías en esta ruta de hoy. Fueron por agua a diez kilómetros y no supieron regresar antes de que la tormenta me pillara a mi también fuera de las tiendas antes de que se volaran y perdiera toda referencia para saber y ser capaz de regresar a ninguna parte. Todo se cubrió de arena súbitamente y de soledad; y nuestras cosas se desaparecieron debajo, así que no hay lugares ni compañías a los que amarrarse entre desgarros y lágrimas pequeñas, que están creciendo para hacer su aparición bien cargadas. Todo esto es tan difícil...
Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...
miércoles, 30 de noviembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
Hay días de tristeza, incluso...
No siempre me luce el sol ni el viento sopla suave. Mi jardín a veces no tiene agua suficiente y las fuerzas telúricas a veces dejan de ejercer presiones. O no hay sonrisas y muchos silencios. No soy Alicia ni mi país maravilloso. Siento esos miedos que solamente dan el temor a la pérdida de la vida, a la incertidumbre de lo que ha de venir y no conocemos, a los sufrimientos y a los dolores, miedo al miedo, el de por la noche a oscuras y toda redonda en la cama, de lado, abrazándote y cerrando fuerte los ojos bajo la sábana, en un conjuro raro para desaparecer, que siempre resulta fallido. A veces en mi vida hay lugares incompletos y vacíos en las sillas y también llevo los bolsillos llenos de papeles que me recuerdan. Sonrío con una mueca triste, cuando me siento única. Pero no como sinónimo de exclusiva, no: sino de sola, impar, dejada y abandonada, en medio del río que, en mi casa, baja turbio porque ha llovido fuerte y el agua es marrón y opaca y sin brillos ni matices, como las personas grises, que ni frío ni calor sino todo lo contrario. A veces en el salón recuerdo oraciones para que regresen los momentos felices de felicidad verdadera e inconsciente, fugaces, intensos, significantes y sin repetición, tantas veces, apenas percibidos ni perceptibles. Algunas veces dejo de sonreir y se me nota que busco todo lo que permanece de bueno, lo bondadoso, lo mejor y verbalizo algunas cosas, las que me resultan más fáciles de pronunciar sin que se me coma la vergüenza y el pudor que se me tatuó en el córtex o en cualquier otro lugar extraño que ni siquiera he estudiado. Hay días en los que por la mañana cargo conmigo a cuestas y echo a andar...
lunes, 28 de noviembre de 2011
Precisamente ahora...
De repente, todos sus recuerdos me van sorprendiendo por los rincones. Y nos veo en lugares y cambiamos palabras, alguna sonrisa y muchos levantamientos de cejas. Mi infancia aparece y me siento pequeña escuchando sus consejos. Ahora sus letras, cada una [las que indefectiblemente y con el tiempo han ido sumándose para formar palabras que, unidas, construyen frases con sentidos diversos], devienen pequeños tesoros que no puedo esperar a releer. Hay material en abundancia y de calidad, lo sé perfectamente. Consejos y ayuda en tantos momentos. Suspiro a menudo y con la misma frecuencia me tapo los ojos con la mano izquierda y apoyo el codo en la mesa porque querría desaparecer y no saber nada de lo que ha de venirle, venirnos, venirme. He entrado en una de mis cuentas y he hecho una búsqueda con el primero de los tres nombres que le pusieron en la pila y con cuya abreviación solemos llamar su atención o simplemente dirigirnos y no sé la de páginas que han aparecido, desde hace siete años. El siete. Cuánta significación para nosotr#s, en nuestra casa. Surgen los pánicos, ahora que los miedos son solo un recuerdo fugaz, y se suceden las largas llamadas en las que un#s a otr# vamos empujándonos en nuestras caídas. Y se pronuncian las palabras crítico, emergencia y estadío como si siempre hubieran formado parte del lenguaje ordinario del día a día, del nuestro. Sé que aún no he llorado nada y me siento como el rabo cortado de una lagartija. Qué mal reacciono y qué miedo me da eso porque me estoy quedando, egoísta, con mis sentimientos y en estas penosas circunstancias no puedo manejar los ajenos. Y debería...
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Eso que no queremos nombrar...
De repente los días se me han volado. Más de una semana, intensamente vivida pero lejos de aqui y sin razón aparente. Todo marcha y, sin esperarlo, te sorprende el disgusto, que reconoces, anticipas, adivinas en unos ojos demasiado impacientes. Lo que sabemos que alguna vez ha de llegar, lo que paraliza, lo que cuenta de verdad, tan cerca. Y ahora la espera, la que l#s impacientes vivimos mal y demasiado lenta, inoperante, de impotencia. Eso nos recoloca y nos aleja de las divinidades creídas para hacernos aterrizar violentamente a ras de un suelo en desórden y caos, confuso, erróneo, fracasado. Como lo que no nos mata nos fortalece, un# se convierte en un material duro que aleja y separa y solo queda concentrarse para volver a la proximidad incómoda del cuerpo a cuerpo, del interés sin fingir, de la atención espontánea. Son esfuerzos agotadores y desproporcionados, comunmente llamados miedo...
domingo, 13 de noviembre de 2011
No sé qué es lo que prefiero...
El viaje en tren, más breve, más oscuro, me ha servido para hacerme algunas preguntas y es que ando de manera que cualquier emoción se me licúa en los ojos y debo cuidarme de mi misma, a veces. Ante el riesgo de una pérdida que se me paseó despacio hace algunos días y con la certeza de que incluso yo dudo de mi misma, me pregunto quién va a tener el valor de comunicar que las razones [que nos llevan a desplazamientos periódicos, a llevar vida de nómada a veces, a dejar de llevar una vida igual de normal que a nuestro alrededor, al esfuerzo de dormir menos y salira al encuentro...] han dejado de ser tan poderosas como en los años que llevamos reincidiendo y dando explicaciones increíbles, que hay algún momento en el que el esfuerzo ha dejado de compensar, que el agotamiento nos grita un fin de semana de aburrimiento y sueño y nada que hacer, que hay alguien ahi fuera que despierta de nuevo partes dormidas... Me doy miedo pero escucharlo me paraliza. No me gustan las mentiras y de ti no las esperaba...
jueves, 10 de noviembre de 2011
Horas intensas y súplicas desesperadas...
Otra jornada de catorce horas entre escuchas, intervenciones y debates. Yo, que soy tan pacífica. Aprendiendo a estar y a seguir, a comprender y defenderme e incluso a disimular todos los vacíos y las lagunas, con discreción. Hace el mismo calor que hizo en primavera y el sol luce y quema igual que hace dos meses pero es falso que vaya a atraparnos el tiempo de las horas libres, los paseos y los contactos más físicos que nunca que por aqui nos trae el mes de abril. No. Luego nos sorprenderá súbitamente la lana de color gris pegada a la piel, que en invierno ni siquiera pica porque el frío eriza el vello como lo harían un sentimiento o una emoción. Y solo es frío, de la misma manera que hoy sucedió el calor. Sé que estoy muy lejos y que hay otros proyectos que me recogen los ánimos y las ganas y me impulsan a distancias nada prudenciales, como retos y desafíos que tal vez nunca regresen, pero, por favor, no me dejes escapar, reténme de todos los modos que puedas inventar y no me dejes a solas conmigo misma y el sofá, que no quiero morirme de pena...
martes, 8 de noviembre de 2011
Contraste entre los negocios y nuestro ocio...
Día muy, muy largo. Tensionada desde las 09h00 en una silla de diseño demasiado cómoda; y mi mandíbula se resiente ahora, a pesar de los correctivos, de la mejora y de los constantes recordatorios que me envío desde el inconsciente para el bruxismo. Escenificar, escuchar, aprender, imprimarse por capilaridad, hablar y perder la vergüenza, porque no hay otra, ni elección ni alternativa. A veces [tercer#s, nosotr#s] nos sometemos a constantes tomas de decisión, como por impulso. Hay mucho que aprender pero el trayecto está valiendo la pena. Hasta cuando nos abstenemos estamos decidiendo y cuando no hay tiempo y te fuerzan a improvisar y a tomar posición y te juzgan constructivamente acabas resolviendo. Es un acto reflejo, como el respirar o que me acaricies el pelo en cuanto me tumbo sobre tu regazo y cierro los ojos para alejarme de todo menos de ti...
lunes, 7 de noviembre de 2011
Suerte que soy feliz...
De alguna manera he extrañado este lugar, a pesar de todo. Son esas rutinas que a veces intentas evitar y se hace difícil. De la misma manera que he estado alejándome de esos encuentros más o menos periódicos con esas amigas del cole con las que cada vez me resulta más complicado encontrar un punto en común. Son vidas diferentes, proyectos absolutamente distintos [en caso que alguna los tenga, bien pensado]. Sucede que algunas compiten [en solitario, incluso, porque tiendo a no enfrentarme ni siquiera de manera inconsciente y es por ello que me reservo], otras parecen caer al vacío en una situación prevista y anunciada, otras están a enorme distancia de esas tonterías e incluso hay una que ya no comparece, a la que apenas mencionamos aunque creo que en silencio y a nuestra manera la recordamos todas. Una evita estos encuentros, una vez pasa el tiempo, por varias razones y en mis circunstancias y es que una de las primeras e inevitables preguntas es la del novio, todas tan estables en sus matrimonios grises. La segunda es que sus expresiones, la piel, el tinte y los incipientes códigos de barras que descubrí con horror hace unos días me recuerdan quién soy y todo aquello que olvido. Una extraña razón hace que no quiera contar ni siquiera aquello que podría lo que produce un efecto poco deseado como es que ellas se lancen a soñar libremente con la vida que llevo, llena de viajes y personas y trabajos interesantes, que se retroalimentan a medida que se suceden mis excusas a sus convocatorias, hasta extremos que hacen sospechar que las [vidas] suyas son mucho más que mediocres. Suerte que, a pesar de todo, a veces una de ellas me felicita por verme tan bien. Y eso a pesar de no haber podido "rehacer" mi vida, que a estas alturas debería estar destrozada, por lo menos...
martes, 1 de noviembre de 2011
Como una sopa...
Llena de rojos y naranjas, amarillos, marrones y verdes. Y de valles y cuevas. Larguisimos encuentros frente a una mesa y comensales y combinaciones exquisitas. La falta de mesura y de previsión provoca empachos. A veces distancias geográficas. Excursiones entre Señoríos y cambios de temperatura, árboles milenarios y lenguas vernáculas. Silencios horizontales y largas lecturas completamente incrustada, pensando en ascensiones al Everest y en el próximo viaje. La vida parece normal y sin embargo la improvisamos a cada segundo, al tomar decisiones que a veces son solo un continuar sin cambio alguno. Caras nuevas y abrazos de energías conocidas. Me ha robado el corazón y no llega al metro todavía, no sabe hablar ningún idioma, de tantos como le están mezclando, y tiene un celeste en la cara que arroba y arrebata, coqueta de sus propios efectos. Contar cuentos y pegar y despegar el mismo sticker hasta el aburrimiento, dulce y con unas manitas blanquisímas, blandísimas, inolvidables...
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- spark
- Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)