Justo ahora que empieza el horario de invierno y llega el frío. Sí, justo ahora que estamos lejos de casa, para no variar nuestros hábitos, y compartimos, simplemente, todas las horas sin relojes, ninguna prisa y alguna duda, porque no es fácil dejar este espacio enorme como de ensueño.
Justo ahora, que vamos a por la nueva estación, repitiendo. Siguen las carcajadas y hasta los ratos del silencio. Y las caricias tranquilas de por la mañana, bajo edredones y sábanas blancas en enormes camas. Con albornoces blandos y suaves y también enormes.. Y la paz profunda, esa tan imposible en este tiempo de mentiras que son las únicas monedas de cambio, pensaba yo.
Acostumbradas a celebrar lo difícil y sobretodo lo maravilloso de estar hoy, aqui, o allá, viviendo nuestros propios planes, con esta nueva libertad, tan previsible y esperada, sin embargo. Tanto tiempo. Fuertes incluso frente a los imprevistos. Porque somos dos y eso es innegociable.
Y justo ahora, justo hoy quería volver a pasar por este lugar después de tantisimo tiempo, y, como quien besa dulcemente sobre los labios, escribir lo mucho que te quiero...