Mucho.
Un día te lo quita todo, te despoja y desnuda, despedaza tus rincones y hace trapos con tu alma.
De pronto, al segundo todo puede cambiar y se te llena la existencia de felicidad.
Es puntual. Claro.
Todo, es puntual. El subidón y la bajada a las catacumbas. Suelen ser correlativas. Así que ya las espero.
Pero no lo sabes. Solo sospechas que debe haber un motivo extraño que algún día será desvelado. Y yo me impaciento. Soy insufrible.
No me gusta mirar por encima del hombro. Aunque últimamente me ven soberbia. Creo que ya lo he contado. Pero vuelvo y lo repito, con un par de lágrimas, las justas ahora. Duele.
Creo que he hecho bien en no pensar ni un segundo en que era la reina del baile e intentar tejer una red de sonrisas amables que podrían cobijarme unos segundos. Sé también que una vida llena se desertiza en cuanto algo va mal. Solo quedan los valientes, los entregados, la buena gente.
Todo está vuelto del revés. No hay horizonte. Ni plan de acción. Ha vuelto un poco de miedo, un poco de vértigo, un poco de todo lo que no es bueno y le da patadas al cuerpo, que marca sus quejas hora de color blanco en una zona blanda en el tercio superior izquierdo.
Habrá que salir de la cama, ahí afuera, y plantarle cara sin ganas a lo que se avecina, supongo. Nunca he sido de arrugarme pero ahora... No tengo idea de por qué sale todo al revés y nada se define y el tiempo vuela y...