Infoxicada e hiperconectada. Probablemente. Pero voy de baja. Tengo limpio el teléfono de esos contactos molestos o inoportunos, incluso los que parecen vivir en permanentes vacaciones. Ya solo entra lo que realmente importa, quien es básicamente crucial. Quizá esos que distraen solo van a otro ritmo, diferente. Leo más que nunca y, por influjo de los astros, soy una perpetua interesada en casi todo, mi atención se entretiene con cualquier cosa y me gusta bajar el ritmo, la velocidad y pasearme en otros asuntos, lugares, vidas, retos. A veces, los libros están hasta de a tres a mi lado y simultáneamente y los intercalo, como las mayúsculas [dulces, que nunca son gritos] en algunos correos, también. Puedo con algunos párrafos de cada, aunque respeto vivamente a quienes preferís empezar y acabar uno solo y de tirón. Antes hice lo mismo, muchos años, tanto tiempo, y eso me encorsetaba, obligándome a terminar churros como el que escribí ayer, por ejemplo. La forma me ha dejado de importar, alguna vez, cuando el fondo arrolla... Y me permito licencias, si.
Me pregunto si la mía es una buena edad para reinvertarme, por completo. Lo hago sabiendo que mi capacidad de influencia tampoco es decisiva, sino todo lo contrario. Y creo que la perspectiva me hará valorar que todo es mucho mejor y ver que trece años van siendo demasiados hasta para mi y un refreshment is required, needed, convenient... Ahora lo que procede es que todo pase, por su cuenta, sin intervenciones que antes hubieran precipitado como lo hacen algunas sustancias en un líquido. La máquina se ha puesto en marcha y aprendí a perfeccionar mi paciencia. Un poco. Ahora me siguen quedando algunas asignaturas, como la asertividad y supongo que la educación. No consigo disimular mi cara de fastidio cuando alguien muy pesado se sienta enfrente de mi mesa, sin cita previa, a contarme sus problemas. Debería ir con el sueldo, pero yo ya voy de vuelta. Me cuesta...
Me han regalado un perfume que elegí siguiendo las más elementales pautas del marketing sensorial [hay quien llega a aplicarlo incluso a una misma para atrapar a alguien en la memoria y que se creen sutiles asociaciones; la torpeza es cuando se asocia a olores extravagantes y demasiado exclusivos: ya nunca se vuelven a oler con lo que ese sentido del olfato con ese recuerdo concreto muere, sin que siquiera sea necesario ponerle remedio], para uno de mis últimos proyectos. Ahora mi despacho huele como lo hacen otros lugares. Es un aroma relajante y suave, nada invasivo, con notas dulces de madera, fresco.
Uno de los artículos que he leído recientemente hablaba de quienes acumulamos miles de correos en nuestras bandejas de entrada. Confieso que en el pasado era de las que podía archivar cuidadosamente cada uno en su carpeta virtual correspondiente. Hoy no. Me gustaría ser capaz de borrarlo todo, quedarme sin memoria y empezar otra etapa. Pero he pensado que eso no puedo hacerlo porque tengo una desgracia: me he correspondido mucho, durante muchos años con gente que ha muerto. Todavía no me he atrevido a hacer una selección de sus correos, a releer, detenerme en los recuerdos y pasearme por ese espacio de mi pasado. No puedo hacerlo sin entristecer. Pero me reconforta saber que están ahí. Que algún día los ordenaré entre sonrisas tímidas, muchos nervios por lo irremediable e irreversible, algunas lágrimas y pena...
Cuando entras en la vida de una persona, piensa que cualquier cosa que hagas la puede cambiar por entero, puedes sin darte cuenta, transformarla o deformarla... Quizás enciendes una luz o apagas otras, quizás dejas huellas o tal vez aparecen cicatrices por las heridas que a tu paso quedan...
Cuando entras en la vida de una persona, puedes descubrir muchas cosas, pero no debes tocarlas sino te dan permiso, y si quieres hacer algo, trata de que sea bueno, que ayudes a poner en orden y no que alteres lo que ahí había bien puesto...
Cuando entres en la vida de una persona, reflexiona que ya cuando estas dentro, cada paso que des, se siente en lo más profundo, pueden llenarla de sentimientos malos o buenos, puedes colmarla de bendiciones o robarle lo que tenía bien guardadito ahí dentro...
Y si algún día decides salir, no te lleves nada porque el haber entrado no te da derecho de saquear el corazón por dentro... Tal vez alguien vuelve a encontrar la llave y decide entrar de nuevo, para llenar el vacio que dejaste, sanar las heridas y reparar lo que rompiste al irte lejos...
Cuando entres en la vida de una persona, hazlo sabiendo lo que es para siempre, porque cuesta volver a dejar a entrar a alguien, cuando no sabemos si su paso por nuestra vida, será eterno... Antes de entrar piensa bien lo que harás ahí dentro…... (Autor: desconocido. Si alguien lo conoce, edito...).