Soy de conflictos internos y una perfecta y permanente insatisfecha. Algo tendrá que ver la infancia de algodón que me regalaron y los mimos que, entre todos, dosificaron tan mal, reconcentrando. Ahora que todo eso quedó tan atrás que solo se recuerda algunas veces entre bromas y reproches que simulan celos supérstites, ahora que soy tan adulta y se me presupone la seriedad [que fuerzo lo mucho que puedo, habitualmente, porque de natural sería más bien el payaso de la fiesta], ahora que a media vida he optado por viajar a todo gas creo con convencimiento y hasta plena convicción que tengo algún tipo de conflicto interno que me hace desear la soledad cuando tengo el Departamento lleno, el silencio en cada uno de los mil momentos al día en que se comparten dudas y la paz cuando hay guerrillas [que me temo que fomento de alguna manera porque la dirección de equipos es jodidamente compleja, a veces, y no sé hacerlo mejor], Hoy, con la mitad de vacaciones y parando golazos de mundial, que no deberían haberme tirado a mi, precisamente, pues hoy he echado de menos ese grupo cohesionado, a pesar de todo. A unos más que a otros. Y como me conozco bien sé que lo comunicaré a los interesados, además a mi superior jerárquico. Que para el reparto de medallas hay que estar muy atenta.
Lo anterior para decir que me he sentido sola y en un par de nanosegundos me ha temblado el pulso tomando decisiones que en condiciones normales asumo antes de que cierren el paréntesis con el final de la pregunta. Ha sido un micro espejismo, un mini momento de debilidad que entra dentro de los parámetros de la normalidad. Bueno, la presión de los plazos cortos, la proximidad de las ausencias por vacaciones, el miedo a lo que ha de venir a la vuelta, el cansancio de las noches dando vueltas en una cama de dos por dos en la que me desoriento porque pierdo el norte y el sur y me desubico, este calor reinante e imperante en esta ciudad de humedades hasta que hoy llegó algo de lluvia, el contrareloj y el sentimiento de que nada puede quedar sin supervisar [cosa materialmente imposible a estas alturas de vida].
Recién [que dirían mis colegas del cono sur] se produjo una resolución difícil en mi Departamento, que me retiró la sonrisa y mudó mi semblante, me robó las ganas de reir y se llevó esperanzas que ya considero perdidas. Así que llegué a casa necesitada de compartir con mis descendientes el suceso, cosa que no resulta especialmente fácil porque tiene algún tecnicismo que todavía desconocen. Y lo único que, a modo de balance, me regaló él fue "pero mami, es que yo no sabía que tenías responsabilidad sobre tantos millones de euros... y me lo tenías que haber dicho...". Todavía no sé a qué se estaba refiriendo y tampoco supe qué contenstarle. Ella me temo que no comprendió mucho, aunque prodigó sus caricias como nunca, como si me viera como al perro herido que hay que mimar. Y tal vez tuviera toda la razón del mundo conocido y las galaxias colindantes que algún día descubriremos si la maldita crisis permite que despeguen nuestras naves en son pacífico y no bélico ni beligerante... Que eso sí que no [porque me temo que tendríamos todas las de perder]...