Y me consta que al menos a Neuronas también le pasa. Temporadas sin entrar y de pronto, un día, furia por escribir.
Difícil que entre aquí cuando estoy muy contenta o muy feliz. No es mi estilo presumir.
Por tanto, es mucho más probable que venga enfadada, triste o sola. Y a veces hasta todo a la vez.
Hoy no sé. Solo pienso que he aprendido a entender cosas, ahora que me estoy haciendo (tan) mayor.
Sé, por ejemplo, que las ilusiones (por algo, por alguien) pueden diluirse. Lo que no sé bien es en qué momento empezamos a dejar de querer…
Que el esfuerzo para que (las ilusiones) sigan como piedras han de ser muchos y reiterados. Diarios.
Que a veces da pereza. Por alguna incomprensible razón.
Que quien jura amor eterno se desvanece (y hasta hace ghostings).
Que mejor no te fíes mucho de lo que te prometan y estate más a los hechos. Las palabras se vuelan. Y las promesas son eso: promesas.
Que hay que leer la vida de las personas para saber con quién te juegas los cuartos. A mi me está apasionando el temazo “Rompimos hace años. Pero llevo el anillo que me regaló y me recuerda a ella”. En especial, la estrofa que cuenta cómo te hablan de ella varias veces al día, cada día, sin excepción. Un día leí que eso significa que no se cerró bien la historia y que la persona no estaría lista para una nueva. Pero no sé bien…
Que el cariño y el amor hay que ofrecerlo dentro de la pareja. Cuando se le va robando para repartir fuera, con otros, mala cosa.
Que las amistades son imprescindibles.
Pero cuando el contacto con tu amigo es de varias veces al día, cada día, mientras no mú a la pareja, ojo.
A veces se toman decisiones equivocadas. Yo suelo hacerlo periódicamente y de tanto en tanto. Cada vez más seguido. Y tampoco pasa nada.
Aunque algunas sean brutales errores del tamaño de un baobab.
Y bueno.
Otras veces, en lugar de avanzar, retrocedo. De manera obvia.
Siempre sueño lo que no toca y no debería.
Tendría que tatuarme que nada de retirarme hasta dentro de muchos años. No por la pensión sino por lo que podría quedarme aún de vida saludable y sin grandes ingresos ciertos.
Porque puedo vivir con poco. Pero no quiero. Necesito algo para viajar, ahora que he vuelto a hacerlo y ya no puedo parar.
Hacerse mayor no mola. Que el nido se haya vaciado es un desconcierto indigerible. Vivir frente al mar es indescriptible.
Hoy salí a caminar rápido (yo pienso que corro, pero bueno). A pasear descalza donde rompen las olas. El mar no estaba tan frío. Un tipo atractivo se bañaba…
Estoy un poco triste, esa es la verdad. Mercurio retrógrado, cambio de vida y astenia primaveral. Uranazo. Todo junto.
Puedo permitírmelo (estar un poco triste) y me lo permito…
Qué es eso que también me pasa? Me he perdido!!!
ResponderEliminarNo puede ser. Eras la única que me entendía, me traducía y lo explicaba. Ya no?
ResponderEliminarDecía que a ti también te pasa: que a veces desapareces de tu blog. Y luego regresas… Como en mi caso, esta vez…
Sparkling
EliminarJaja, he entendido el post, mujer. Pero no me había dado cuenta de que “desaparecía” y de lo poco que he escrito este año. Me sigues más que yo a mi misma. Què cosas!
Pensaba yo el otro día en tu ausencia de este lugar y llegué a la conclusion de que debías tener otro blog por ahí, que no podías vivir sin contarlo. Supongo que me equivocaba, yo no tengo otro (y ni cuenta me había dado de que ya no cuento). Se puede vivir sin blog, se puede.
Los tuve, si. Varios. Y escribía profusamente. Pero, debo haberme hecho mayor, ya no. Ahora vivo, directamente, si retransmitir nada.
ResponderEliminarQué cosas!
Sparkling