Hay terapias y terapias. Y luego está (y siempre ha estado) escribir aquí.
De hecho, me equivoqué de blog hace algún tiempo y allí he ido dejando ideas y angustias. Así que aquí ando atrasada...
No recordaba apenas lo que significa sentarse ante el teclado, bajar la vista y comenzar a teclear compulsivamente, para sacarlo todo, para quedarse un poco vacía y respirar.
Han vuelto a ser muchos aviones y muchos trenes, vueltas a la cabeza y mucha gente.
La vida ha dado vueltas y hay cosas cambiadas. Mucho, desde hace un par de años.
Empezando por la vivienda habitual y el hecho de abandonar la ciudad. Siguiendo por la segunda residencia, que hasta cambió de comunidad autónoma. Y acabando por el tema profesional, que de tanto en tanto muta.
Pues ahora es todo diferente, claro. Incluso quién soy cuando me veo en el espejo...
Parece que la nostálgica que soy empuja fuerte. También la niña triste con vida privilegiada, se queja.
La vida es la suma de nuestras decisiones. Y reflexiono acerca de las grandes que he ido tomando con el paso del tiempo. Siempre dudo sobre si me he equivocado en una o en todas.
Mientras tanto, voy avanzando. No sé si como debería o en la dirección que alguna vez quise. El hecho es que avanzo. Sana. Porque descarté algo más que el estrés. Y de momento, todo bien (como dicen los latinos en las series de Netflix)...
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