Hay momentos en los que las navidades, en plural, gustan y hacen ilusión. A media vida, por contarlo de alguna manera, dejan de tener ninguna gracia. Eso sucede justo después de la etapa consumismo salvaje. Que se pasa, aunque no te lo creas.
Y entonces llegan unos festivos todos juntos, que son más si eres catalana. Y es difícil saber qué hacer con ellos, si no es posible irse al culo del mundo por problemas de agenda o porque siempre es poco tiempo. Total, por doce días no me voy a Asia, que entre que vas y vuelves y el jetlag, muy mal… Si fuera por eso, no me hubiera movido de la silla. Vamos, que la pereza es enemiga de los grandes viajes y todo se llena de excusas…
Vale que Bali está muyyyy lejos. Pero Bali vale la pena. Por ejemplo. Que se me ocurren muchos lugares que valen la pena.
Que tengo ganas de marcharme. Y ya está…
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