Semana crítica, esta. Normalmente me alimento a mediodía y por la noche [también me quito el ayuno nada más despertar y justo antes de entrar en la ducha, pero eso -ya lo sé- es otra historia] pero con menos ceremoniales y comensales [de hecho, suelo comer sola, o hacerlo cuando me dejan porque ya estoy cansada de dar conversaciones absurdas que acompañen los ágapes, que han sido años de hacerlo y se me agotaron las ganas]. He perdido la cuenta de los encuentros navideños que llevo encima y, sobretodo, no quiero ni pensar en los que me quedan antes de poder tomar el avión. Todos los trámites previos, todos, los viviré con tanta pasión como me sea posible. Pero no me hago ilusiones, que a estas alturas de vida pasiones, pasiones... Creo que ya las quemé.
Confieso que no me gusta no poder esperar al menos una gran sorpresa por estas fechas. Es lo que tiene que ya me las hayan dado antes del día señalado. Pero creo que me pone triste, un poco, pensar que no habrá nada más. Es como si no fuera Navidad y a algo tendré que agarrarme para que me interese esta época, digo. En cambio, tengo tantas que dar [sigo hablando de las sorpresas, que la frase no había acabado] que me sobran los minutos que nos separan del momento cumbre. Esas caras de incredulidad y sorpresa, mezcladas con una medio sonrisa... Priceless...
¡Lo que más me gusta de la Navidad son las campanas! ¿Te vas de vaciones, lejos del mundanal ruïdo?
ResponderEliminarSi, Not. Me voy de vacaciones lejos del mundanal ruido, a buscar la nieve que no puede faltar en una Navidad que se precie... A ti te hago viajando a buscar tapers, claro. ;)
ResponderEliminarasí que te vas, eh?
ResponderEliminarais, pues disfruta, aunque seguro que lo haces ;)
muaks