Estos lugares, con nuestras cosas, trascienden a pesar de nuestra ausencia. Lo escribo pensando en alguien que ha fallecido, muy joven, y ha dejado abiertos un sinnúmero de espacios que reflejaban su vida y su forma de vivirla. Fotos, mensajes, momentos. Todo eso está ahi recogido y ya nadie podrá acceder ahi. Las sonrisas perpétuas, quizá alguna broma de la que se arrepintió después, diálogos cortos con ese chico que tanto le gustaba pero que amaba a otra, su perro y sus deportes favoritos. Todo está ahi, ahora con los mensajes de pésame, incrédulos, cortos y sentidos. Imagino que alguien les contará a sus padres que ese espacio existe, para que entren en algún momento y conozcan esa parte de la hija que les resultaba ajena, desconocida, vetada. No es la primera vez que me paseo por el lugar de alguien que ha dejado de estar aqui. Es una sensación extraña para mi que me conmociona, cada vez. Esa especie de tablón en el que amigos, conocidos, familia, acuden de tanto en tanto para dejar alguna frase escrita, para demostrar que no ha muerto porque sigue viva en nuestro recuerdo, como un desafío, con el temor de que se cierre por desuso y desaparezca el documento para siempre, que solo queden los recuerdos... Ese tablón, esos mensajes, a mi, me hacen llorar...
Cuando abrí tu página lo primero que pensé, antes de leerte, fue que estaba todo negro.
ResponderEliminarSé de quien hablas. además la conocía.
Fue en un viaje a Madrid, cuando todavía mi vida tenía esperanzas y sueños, y con ella los compartí.
Todo esto cambia bastante mi concepto de esta inmensa red.
Beso.
Era un pensamiento en voz alta, para compartir, de algo que aprendimos hace tanto...
ResponderEliminarSigue siendo triste. Sigo llorando cuando leo esos lugares...
Sonrisa.