Hay tiempos dedicados a una misma que a veces no llenan ninguna de las expectativas.
Ha sido inútil dedicar 48 horas a ver cómo me devolvían alegrías otros ojos, de muy cerca, de tan adentro. Y ha habido sonrisas y tiempos, abrazos estrechos y silencios necesarios, de los que no inquietan ni violentan. Ha habido letras y palabras y algún secreto, comentarios y valoraciones, aunque no imaginara que podían dar lugar a un asomo de preocupación. Hubo mares y nubes en el cielo y vientos que enredaban, por detrás, nuestros cabellos. Y sol y tanta humedad sin ninguna lluvia, con algunas gotas escapadasde alguna zona gris del cielo que nos cubría.
Hubo todas esas cosas y otras que no debo escribir, porque junto a esperanzas más intensas que nunca antes, dolerían. Y eso de ninguna manera. Más me duelen algunos silencios, la ausencia de letras, la lejanía de ciertas palabras. Y tampoco escribo esos dolores...
48 h. de calma y paz y comunión, solo rotos por algunas entradas impulsivas, incontrolables e inevitables, al final. Pero breves, también.
Hoy no hubo aviones pero sí los habrá mañana, juntos, casi superpuestos, de tan cercanos y apretados. Que quiero estar de vuelta y sentirme en casa...
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