No llega el invierno, aunque lo anuncian con recelo para este próximo domingo. De repente ni siquiera las nieves hacen que me apetezca cambiar de estación. Ayer estuve comiendo al sol en una terraza con una magnífica temperatura y todavía llevo el abrigo en el asiento del copiloto, doblado y sin poner. Luego, me conozco, disfrutaré los momentos en los que corresponda practicar deporte pero ahora, así, me apetece más bien nada pasar frío, padecer rinitis e ir vestida con capas gruesas y tapada hasta los ojos.
Va a ser invierno y a mi me gustaría que llegara la primavera...
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