Este post va a ser distinto. Necesito arrojar la furia que llevo dentro, ahora que todavía siento las mejillas rojas y carraspeo por la tensión de la conversación. No me gusta discutir y lo hago en contadas excepciones. Pero ahora que soy mayor y sé en qué momento tengo razón y en cuál no, he aprendido a defenderme y excepcionalmente argumento [discuto] coon esa tremenda pereza que me da el saber de antemano que ni yo voy a convencer a mi contrincante ni voy a ser convencida. Así que han sido algo más de doce minutos explicándole, con el tono de voz in crescendo en volumen e intención, a alguien que por la vida no se va de esa manera. No hablamos de sentimientos, no. Se trata de negocios. El hecho es idéntico: no se puede ir por ahi alegando ignorancia jurídica, sorprendiéndose de las reacciones ajenas, obteniendo beneficio a costa de la otra parte del negocio jurídico y este tipo de lindezas. Y es que será verdad que con la hiperregulación que padecemos, este extremo está al descubierto y se puede actuar impunemente. Aunque sea otra injusticia, como tantas que tod#s tenemos en la cabeza ahora mismo por la publicidad que les han dado. Porque aqui no va a suceder nada. Qué triste.
Esa misma impotencia
ResponderEliminarla siento cada día
y aún así
prefiero darme cabezos
contra la pared de la ignorancia
que aceptarla
y quedarme esperando.
yo aún siendo joven también tengo razón :p
ResponderEliminarMizar
Ya, TLS, pero estas cosas que nunca cambian me desesperan... :)
ResponderEliminarMizar: ¿en qué cosas, por ejemplo, jovenzuela? ¿eh? quiero una lista de veinte, por lo menos. ;) Beso.