Creo que voy a tener que pedirte que no vuelvas a llamarme cariño. No de esa forma, como escapado, en un susurro, sin querer, confundiéndome con otro alguien, turbándome a mi. Creo que tendré que atreverme a decirte que [como si no lo supieras] esa palabra está en otro diccionario, que forma parte de un compartimento estanco distinto al de las cortinas provenzales y el chocolate blanco, a ese lugar de largas y prolongadas estancias que conoces porque ahí perteneces. No sé cómo enfrentarme al momento en el que explicarte que hay letras que no se pueden combinar para desembocar en palabras como esa, tan importantes, tan grandes y tan llenas de contenidos y de significados. Me gustaría guardar un momento de silencio, la próxima vez que se te escape [porque, lo sé, ha sido un desliz, una confusión, un sinquerer, que te atrapé con la guardia baja; y lo sabemos, pero a mi -¿qué quieres?- me gusta el drama] y decirte, como antes, que no vuelvas a hacerlo y, cuando me digas ¿el qué? yo te responda un ya sabes a qué me refiero... y me digas que claro, sin problema cambiemos de tema y enlacemos nuevas risas. Y, sin embargo, ahora no puedo saber si alguna vez vas a volver a llamarme cariño...
cuando quieras, cariño... hay que ver, qué dramatica te pones
ResponderEliminarDamática. Amática. Chetocola boncla. Raciño.
ResponderEliminarUn beso, Sila.
¿Qué es la vida sin dramatismos?
ResponderEliminaryo llevo unos días pensando en pronunciar en voz alta el siguiente enunciado: no vuelvas a llamarme, cariño.
ResponderEliminarsutil y crucial matiz, sin duda, pero es que anda que no me gusta a mí tb el drama ;)
Farala: muy graciosa... si... Beso.
ResponderEliminarVictoria: eso es jugar con las letras, Señora! Y lo demás ¡tonterías! Pero me ha costado pillarlo, ¿eh? Beso, trabado.
Dintel: eso mismo pienso yo...
Jei: plas, plas, plas. Magnífica sutileza. Me ha encantado. Este curso estás sembrada, ¿eh? No mueras de éxito, por favor... ;)