Y de pronto, como de repente y sin solución de continuidad, las pequeñas cosas que conformaban mis días se han desvanecido, o han mutado, o ambas cosas a la vez. Así, mi paisaje diario, mi rutina, se ha transformado justo a las pequeñas cosas, esas de las que acabo de hablar. Todo tan grande, al final, una vez adicionado. Nada es lo que era porque las letras han cesado, hay voces que nunca acaban de pronunciarse y hay muchas caras que son casi parientes, de lo familiares que están siendo. También hay ángeles que nunca llegan, igual que sucede con determinadas explicaciones y así, claro, todo son adivinanzas. Se me fue el tiempo y hoy solo hay prisa, acompañada de una generosa dosis de ansiedad. Sigo soñando mucho y durmiendo mal y confieso que hoy la sensación de impotencia se me ha agolpado en los ojos y en la boca del estómago, durante un eterno momento crítico en el que solo pensaba en que al menos me estás esperando para cortar con esta realidad pegajosa...
Hoy soñé contigo... curioso.
ResponderEliminar:)
Mizar
Las letras llegan. Seguro
ResponderEliminarLos ángeles llegan. Seguro. Y entonces?
Nada se pierde. No pierdas sueño.
Dos Almax para la boca del estómago y para el alma.
Oye, Sparkling, un beso.
Mizar: cuenta, cuenta... :)
ResponderEliminarVictoria: sin miedos, ¿eh? que no me entere yo... Par de besos.