Es un paseo frente al mar igual que todos los que perfilan nuestra costa, sobre las rocas, al este peninsular. Es un paseo de ronda, de piedra, con bancos de hierro negro y madera de tanto en tanto y algunas escaleras que dan acceso a pequeños embarcaderos naturales, en los que solo puede haber amarrada una barca pequeña, a merced de los movimientos bruscos o calmados del agua. El paseo termina al sur en una pequeña rotonda sobre un acantilado: rocas y más mar. Y al norte es infinito. Enlaza playas de cantos rodados con otras de arena, paseos, pueblos y puertos deportivos. Y todo el mar, de diferentes azules: aguamarina, esmeralda, indantreno y laguna. Todos los azules. Este paseo lo frecuentan ciclistas aficionad#s, parejas de enamorad#s, corredor#s de fondo con el agua en la mano y paseantes solitari#s. Y en primavera, en otoño, alguna vez yo, que lo paseo absorta en los colores, el horizonte, un fuerte olor a mar provocado por la acumulación de gran cantidad de pequeñas algas marrones, las olas y mis silencios y el contacto de tu piel...
Lindo relato!
ResponderEliminarM2010: muchas gracias!
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