Me hablas de tristezas y visto una sonrisa. Meso distraída mis cabellos mientras me entretengo con el movimiento leve de las copas de los árboles que están detrás de mi ventana. Y pienso en todas las cosas que podrías querer cambiar y me paralizo un poco. No quiero entrar en la lista, quiero seguir con mi egoísmo avanzado y la comodidad de [me atrevo a escribirlo, aún a riesgo de conjurar] lo que se siente perfecto. Me detengo de nuevo y me exijo empatía, por un momento. Y vuelvo a aparecer y sigo no queriendo. Ni mover nada ni siquiera un poco. Nada. Respiro hondo y la sonrisa no está. Es la fuerza de lo que nos influye, el batir de alas de la mariposa de los grandes cambios, los efectos colaterales de una tristeza...
Y digo yo que la mariposa de los grandes cambios podría dejar de (a)batirnos.
ResponderEliminarYo también lo digo, silbante... :)
ResponderEliminarSe quiere lo que se quiere y se cambia lo que se quiere cambiar. La fuerza de lo que fluye o in-fluye tiene que ver con nosotros. Unas veces nos batimos por cambiar todo y otras por no cambiar nada. Y todo está bien. Aunque casi oigo el batir de las alas, dejemos a la mariposa para otros menesteres.
ResponderEliminarMe ha salido un comentario un poco escéptico, la verdad, además de largo.
Un beso, Sparkling. De nuevo leyéndote.
Cierto, Victoria: todo es cuestión de actitud. A veces soy tan perezosa... :)
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