Tremendo cómo pasan los días y cómo se llenan de pequeñas cosas. Encerrada 48 horas en casa y viendo que las jornadas se suceden entre risas, horas de sueño, conversaciones y bromas. Lo impagable es que ella me consulte alguna intimidad y me abrace en modo espontáneo, que él me hable entre silencios y me cuente sus proyectos a [para mi] medio plazo y [para él] casi al final de su vida. Se truncó una sorpresa por causas meteorológicas ajenas a mi voluntad y habrá que ser paciente con los días que vendrán, volver a proyectar tantas veces como sean necesarias hasta acertar: no me pierdo su cara ni su expresión por nada. También han llegado voces entrecortadas de allí abajo, en nuestro mapa. Tímidos quejidos que no reconocí y se agravó por un momento la situación hasta reconducirse a lo cotidiano, a las palabras y a las letras. El balance posterior a ese encierro voluntario, en el que tuve tiempo hasta de cuidar y de hacer compañía, es nostálgico y finaliza con un abrazo en el coche, la mañana de hoy, sin miedos a nada, prolongando el contacto, la presencia, a pesar de las prisas y de los relojes...
Él y ella son estupendos: todo por llegar. Las sorpresas también: todo por llegar. Al final lo que cuenta del balance es precisamente lo que está por llegar.
ResponderEliminarUn beso, con un pelín de insomnio.
La meteorología siempre a su bola, no entiende de sorpresas la senyora. Los relojes se vuelven de arena y si bien no se detiene el tiempo, sin las prisas se atesoran esos momentos. Parece ser que en tu isla particular no necesitas mapas del tesoro. Besos con mapa en la mano sparkling :)
ResponderEliminarVictoria: ahora que parece que empiezo a dormir, ¿te me pones insomne? pero bueno...
ResponderEliminarsilbante: necesito islas, mapas y tesoros, te lo aseguro. Beso, con catalejo.
Hacia el Sur
ResponderEliminarel Invierno marchará.
Pronto las yemas verdes
su cristal perderán.
Pronto pistilos y estambres
se volverán a armar.
¿y la sangre?
¿te volverás a enamorar?