Con el volante entre las manos, en retención, se me llena el coche de posts y se me enredan frases perfectas. Ahora ya no soy capaz de hablar sin detenerme, buscando palabras que no consigo encontrar. Así que más imposible resulta tratar de memorizarlas, todas juntas, con significaciones propias. Inútil. Como sorprenderse con los retrasos en los aeropuertos o con tu eterno silencio. Y creo que es una lástima porque, en esas circunstancias, soy incapaz de revisar las palabras y confirmar si en realidad valían la pena, si el juego de sílabas podía llegar a ser algo, si hubieran servido de entrada a una carta larga, escrita entre susurros. Igual es una suerte, mi mala memoria. Bien pensado...
No siempre es una suerte, seguro.
ResponderEliminarLa valía de las palabras,...esas que también valen alegrías, a las que una a veces se agarra cuando se siente un poco naúfraga.
ResponderEliminarUn beso sparkling :)
Siempre pasa cuando menos puedes, o conduciendo, o cuando estás a punto de dormir, incluso soñando... Y después cuando intentas recordarlo para plasmarlo en papel, abracadabra, se esfumaron...
ResponderEliminarHabrá que inventar una red para capturar esas palabras que se nos cuelan sigilosas por las rendijas. El problema es que una vez capturadas no seamos capaz de ponerlas en el orden que traían...
Ainss, la memoria... capaz de jugar tan buenas y tan malas pasadas...
Besos