Por dos veces hoy he revivido un lugar de alguna carretera de las pequeñaas que nos conducían, en plurar, hacia los fines de semana fríos y blancos en las montañas. Antes. Cuando éramos oficialmente dos y encima felices. Un punto concreto de un pasado cercano, geográficamente ubicado y siempre con la misma canción, de esas que una se aprende de memoria, a fuerza de repetirlas, solo porque te gustan. La carretera estrecha, la mano derecha abrazando la pelota de golf, en pleno cambio de marcha, a toda velocidad, con las largas y alrededor, atravesándolas, solo las luces de pequeñas casas aisladas, distantes, cerradas, dentro -como envueltas- de una noche negra con luna y mucho silencio, el del frío. Por dos veces ha revenido ese lugar y esa compañía hoy, la canción y también -sobretodo- un poco de pena, por los sentimientos que ya no siento hacia esa compañía a la que estuve perteneciendo largos años. Y ahora ya no...
Por mas de dos veces me ha pasado aquello que mencionas, exactamente en un escenario parecido y con emociones que resultan ponerme a veces contra la pared...
ResponderEliminarSuele suceder que hay canciones que se internalizan como si fueran a tatuarse en nuestra memoria para toda la vida; pues no! e ahí cuando las noches nos desconectan o nos desnudan la mente de manera de dejarnos saber que como cual pasa el tiempo, los años, la vida, las compañías y los sentires... del mismo modo así pasan aquellas canciones que alguna vez hicieron historia de mensajes sublimes para quién era esa fiel compañera de viajes absolutos.-
Un Gusto encontrarte!
Saludos...
Y ahora ya no...
ResponderEliminarYo también tengo un par de canciones en la memoria y en una carretera (quién no? Hay sensaciones muy comunes...)
La canción sigue en esa carretera pero nada más que la canción... y seguramente la lluvia de este domingo.
Un beso. Con canción.
Me ha llegado honda esa pena.
ResponderEliminarAinss, conozco carreteras de esas que traen recuerdos, aunque en mi caso sea al revés. Y también iban acompañadas de una canción, a la vez que del silencio, y de gotas de lluvia. Y desde entonces ya nada es lo mismo, y tengo que ser fuerte cuando paso por ahí, que es bastante a menudo. Lo llevo peor los días de lluvia como aquél. Aunque oficialmente sigamos siendo dos.
Un abrazo