Esta noche Sting toca en la Piazza San Marco. Cientos de sillas negras estaban dispuestas desde por la mañana con neurótica precisión, entre vallas y vigilancia, a pesar de que se esperaba lluvia. Y las campanas doblarán cada hora en punto, superponiéndose a voces y acordes. Hubiera querido escucharlo todo desde la habitación del hotel, a una breve manzana, delimitada por un canal secundario, en algún número de la centena del ocho, en una ciudad en la que las casas, los lugares, se numeran extraño. Y digo extraño porque no tuve tiempo de preguntar la razón que se esconde. Y la explicación.
Creo que hace tres días cantó Cesaria Évora. Hubiera sido excesivo escucharla desde la habitación del hotel, reverberando canciones entre las paredes de la pequeña plaza sin salida a la que desembocaba una calle estrecha como mi espalda, superponiéndose a las campanas de la plaza, justo el año en el que he debido cancelar el viaje a su isla...
Sting amb les campanes de fons, a la Piazza San Marco... un luxe!
ResponderEliminarSi es en la que dice la "compi de arriba" ...un lujazo!!!!
ResponderEliminarMenudo escenario para Sting, Cesaria Évora, y para cualquier melodía que suene bajo la intrigante mirada del león... No importa que fuera un día de lluvia. Esos, junto a los fríos días de niebla, son los mejores. Cómo me gustaba jugar a intentar perderme por allí...No sé por qué, me recordaba a mi sevillano barrio de Santa Cruz, pero con canales.
ResponderEliminarLa lástima es que no pudiste disfrutar de aquella otra isla. Pero otra vez será.