Qué bajo va el sol y qué largo tu silencio... Los días se amontonan con cuidado y forman años, que se marcan en la piel y se hunden en el alma. El vacío sigue igual a como me lo regalaste, húmedo de lágrimas y temblando de soledad, aunque nada sirva para anunciarlo, ninguna señal. Pasan los santos y algún aniversario, que yo nunca recuerdo. A pesar de no estar, de alguna forma has permanecido y aqui vas siguiendo. Nadie lo diría, viéndome. Ni siquiera tú debes confiar en eso, en que todo se revisita alguna vez, con cuidado. Y vence alguna tentación y se formulan deseos, apelando a las casualidades y a la fortuna, a la memoria. Qué bajo, el sol, esta tarde...
Lo que más me gusta, sparkling, es ese sol bajo. Me lo imagino a ras de suelo, incendiando la tierra.
ResponderEliminarLo que más me gusta, sparkling, es la casualidad y la fortuna. No sé...les veo futuro: la ilusión de lo que está por llegar.
Intimismo. Eso es lo que se respira en su escrito, escritora.
Un beso.
Un beso.
Mi escaso dominio de las TIC te ha plantado dos besos. Pues nada, sparkling, ahí se quedan. Uno para cada mejilla :)
ResponderEliminarOye, Victoria. Sigue. Normalmente los besos nunca sobran. Bueno, alguna vez... :)
ResponderEliminarQué bonito :D
ResponderEliminarPues a mi me produce tristeza lo que no puede ser ma's. Todo lo que no volvera'. Todo por lo que luchamos dejandonos el alma en ello, y a pesar de todo...Me fastidia, me cabrea, me descorazona lo perecedero de lo que va ser para siempre. Ay, me vas a perdonar sparkling, que tengo así un poco la tarde.
ResponderEliminarUn beso cruzao'.
candela: no tanto como tu comentario... ;)
ResponderEliminarsilbante: ¿no conocerá usted ningún remedio para los domingos cruzados, silbante? quizá una buena charla o un café o un paseo al teléfono... Besos, fuertes.