De repente los días se me han volado. Más de una semana, intensamente vivida pero lejos de aqui y sin razón aparente. Todo marcha y, sin esperarlo, te sorprende el disgusto, que reconoces, anticipas, adivinas en unos ojos demasiado impacientes. Lo que sabemos que alguna vez ha de llegar, lo que paraliza, lo que cuenta de verdad, tan cerca. Y ahora la espera, la que l#s impacientes vivimos mal y demasiado lenta, inoperante, de impotencia. Eso nos recoloca y nos aleja de las divinidades creídas para hacernos aterrizar violentamente a ras de un suelo en desórden y caos, confuso, erróneo, fracasado. Como lo que no nos mata nos fortalece, un# se convierte en un material duro que aleja y separa y solo queda concentrarse para volver a la proximidad incómoda del cuerpo a cuerpo, del interés sin fingir, de la atención espontánea. Son esfuerzos agotadores y desproporcionados, comunmente llamados miedo...
A veces no se sabe de dónde se sacan las fuerzas, pero ahí están, igual que los recursos para afrontar el miedo y debe ser porque esto no se para.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, sparkling.
silbante: y a veces somos tan débiles y frágiles... Gracias y ánimo para ti, también.
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